Desgraciadamente, hay poemas que se repiten y vuelven a ser actuales con una dolorosa cadencia cíclica. Esta aproximación al conflicto entre Israel y Palestina tiene ya dos décadas.
La densidad del dolor es idéntica
a ambos lados de la franja de niebla.
No su geometría ni sus causas.
La textura del odio es idéntica
y fractura la luz deshabitada de los atardeceres.
No la devastación ni la ignominia.
Las palabras higiénicas nunca sacian la sed,
aunque sean la manta
con que se cubre este fracaso
que no cruza fronteras,
porque la muerte llega como un invierno en mitad del verano.
(de Los lugares públicos, Córdoba, 1998, corregido y ampliado en 2008)
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