A pesar de unos inicios más que prometedores con Alma (1898-1900) y Caprichos (1900-1905) -donde la sensualidad modernista se combina con la influencia de la copla y una perspicaz reflexión en torno al amor, la soledad y la muerte-, su trayectoria es irregular y en ella cabe destacar El mal poema (1909) -inspirado en la bohemia transitoria-, Cante hondo (1912) -retorno al folclore andaluz-, Ars moriendi (1922) –adelgazamiento del simbolismo y meditación acerca de la muerte- y Phoenix. Nuevas canciones (1936) -volumen heterogéneo en que renacen de sus cenizas los temas y estilos transitados en sus mejores libros-. Después, su obra queda reducida a una serie de poemas menores y circunstanciales.
A pesar de los altibajos, Manuel supone una trayectoria singular en la poesía del siglo XX, que ha logrado conjugar de un modo sutil un tono netamente popular con una delicada poesía culta que huye de la solemnidad y apuesta por la ironía –tanto en el tono del poema como en la concepción de la creación poética- para llegar a una poesía menos engolada. De este modo, el poeta sevillano es dueño de una voz que, pese a los decaimientos y pese a no haber creado escuela tras la guerra, ha despertado la admiración de buena parte de los poetas más importantes del siglo XX.
Autor: Manuel Machado
Título: Yo, poeta decadente
Editorial: Renacimiento
Año: 2013
(Publicado en Cuadernos del Sur, 22 de marzo de 2014, p. 7)
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