El calentamiento global es una realidad. Y este octubre atípico ha sido una prueba evidente. Un sol casi vertical caía sobre Córdoba la tarde del 5 de octubre. A las ocho y media, en la frágil y samaritana penumbra de la sala Orive, compartía versos e inquietudes dentro del ciclo "La voz de los poetas", de Cosmopoética, junto a Raquel Lanseros y Emilio Martín Vargas, conducidos por José García Obrero.
Apenas dos semanas después, entre los días 17 y 19, ascendí a "La montaña mágica", de la mano de Raúl Alonso, para encontrarme con Blanca Andreu y Carlos Pardo y dialogar en torno a "Los lugares de la palabra. Espacios de creación". Esta iniciativa -sin igual en la provincia desde las ya olvidadas "Noches literarias" de Diputación- trajo, además de la palabra, el frío y la lluvia a la villa romana de El Ruedo, en Almedinilla, a la Casa de la Viga , de Pozoblanco, y a la Casa Cardona, de Castro del Río.
Y con el cambio de hora y la llegada del otoño se cierra el mes; no sin antes encontrarme con otro regalo: "Padre, hijas, luz e incertidumbre: la poesía de Francisco Onieva", un estudio firmado por Ioana Gruia, que ha visto la luz en el volumen 3, número 64, de la revista suiza Versants, en la que, bajo el subtítulo "Poesía española en los albores del siglo XXI", se analizan algunas de las apuestas estéticas de la poesía española del nuevo siglo. Dicho estudio ha sido presentado hoy como ponencia por la profesora de la Univesidad de Granada en el congreso "La poesía española en los albores del siglo XXI", que se celebra en la Universidad de Zúrich (Suiza) entre los días 30 y 31 de octubre.
Vaya desde aquí mi más sincera gratitud a las personas culpables de estos tres momentos tan intensos: Antonio Agredano, Raúl Alonso y, muy especialmente, a Ioana Gruia, por la confianza depositada en mis versos.
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