El pasado viernes 18 de mayo, acompañé a Conrado Castilla en la presentación de su último poemario, Cuando no tenga presente, en la Biblioteca Municipal de Pozoblanco. Os dejo el prólogo que escribí para el mismo.
La poesía de Conrado Castilla nace
de lo cotidiano y explora la propia intimidad en un continuo ejercicio de
funambulismo sobre la superficie de un espejo mínimo que, a través de la
palabra sencilla, se convierte en un mar sin límites. Así, el lenguaje es una
ventana entreabierta desde la que se puede contemplar el cielo, la calle, la
lluvia, el mar… al tiempo que intuye su propia silueta esbozada en el cristal, conformada
por la preocupación ante el paso del tiempo, por el miedo a desaparecer, por el
dolor experimentado a causa de la pérdida, por la evocación de la ausencia y por
la frágil frontera que une memoria y olvido. Con estos mimbres, el poeta
construye Cuando no tenga presente,
título desgarrado y fatalista que surge de la constatación de que nuestro
inexorable final será convertirnos, como decía Góngora, “en tierra, en humo, en
polvo, en sombra, en nada”.
De
semejante angustia existencial nace su escritura: el deseo de ser la huella de
un hombre sencillo que lleva una vida sencilla, entre las clases, la familia,
las lecturas, los amigos… a medio camino siempre entre Lucena y la Costa del
Sol. De este modo, se explica que el mar y las calles no conformen dos espacios
contrapuestos, sino que se amalgamen en un singular paisaje que configura la
existencia del poeta lucentino nacido en Pozoblanco.
Siete
años después de Del tiempo que va y viene
(ediciones Moreno Mejías, Sevilla, 2011), Castilla nos ofrece cuarenta y nueve
poemas distribuidos en dos partes asimétricas: “Desde el umbral del sueño” y
“El crepitar de la memoria”, introducidas por el poema más contundente del
conjunto, “Proemio”, que funciona a modo de poética y traza la hoja de ruta que
pretende seguir en su travesía:
“Casi
todos los días voy,
al
menos un rato, a las palabras.
Unas
veces buscándolas
para crear un poema
y otras, las más,
salgo
al encuentro de versos de otro.”
Se
nos presenta, pues, de cuerpo entero el poeta que lee o el lector que, de vez
en cuando, escribe. Conrado Castilla sabe que la única vía posible para que un
creador vaya configurando su propia voz es la lectura. Como también sabe que la
escritura no debe ser arrebatada. La falacia romántica del poeta poseído por
una entidad superior no se sostiene hoy. Aunque exista el destello y la poesía
tenga un innegable componente irracional, el escritor debe dejar que lo escrito
repose en el cajón y volver sobre ello una y otra vez, escribiendo con letras
mínimas, intentando encontrar la esencialidad de la palabra, resemantizándola a
través de la sencillez.
Para
iniciar este difícil e incierto camino, el autor debe partir de la reflexión
sobre el propio quehacer poético. Solo así podrá crecer, ahondando en el
tratamiento de unos temas y motivos recurrentes.
En
el caso de nuestro poeta y amigo, que ha sentido la necesidad de ahondar en su
propia condición de poeta, la estructura ósea sobre la que levanta este
poemario está ya definida en Tres
esquinas y una más, editado hace catorce años por el Ayuntamiento de Lucena
dentro de su colección Espiral. El primer paso, pues, está dado. Ahora, solo
queda asomarse al abismo, sin arneses ni red protectora, y sentir el vértigo
ante de lo inexplorado.
No
querría cerrar estas líneas sin manifestar la cercanía experimentada durante la
lectura de Cuando no tengas tiempo.
Dicha proximidad se sustenta no solo en la complicidad establecida con algunas
de las líneas de fuga trazadas en varios poemas, muy especialmente en
“Proemio”, sino también en el hecho de que ha sido una de las lecturas con las
que he intentado engañar a las lentas y monótonas “horas de hospital”, vividas
durante las pasadas Navidades junto “A mi padre”. En este sentido, el presente
libro ha cumplido su cometido: formar parte de la biografía de un lector.
Muchas gracias por haber estado conmigo en esta "aventura literaria".
ResponderEliminarGracias a ti, amigo Conrado, por hacerme partícipe de ella. Un abrazo.
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