viernes, 24 de mayo de 2019

Palabras periféricas



Hace ya ocho años que José María Cumbreño (Cáceres, 1972), pese a saber que los poetas no son gente de fiar, fundó Ediciones Liliputienses, una modesta editorial independiente que, por encima de etiquetas fáciles y acomodaticias, apuesta por la calidad y autenticidad de la palabra excéntrica, que hace de la frontera un horizonte. Dentro de sus múltiples frentes, destaca la labor llevada a c abo en la difusión de la poesía escrita en la otra orilla de un océano que nos une a través de una lengua y de una tradición común y diversa al mismo tiempo.
Algunos de los más recientes autores presentados por la editorial cacereña son Roberto Valdivia (Lima, Perú,1995), Raquel Cané (Santa Fe, Argentina, 1974), Kevin Castro (Lima, Perú, 1993), María Florencia Rua (Argentina, 1992), Valentina Varas (Buenos Aires, Argentina, 1991) y Paula Giglio (Córdoba, Argentina, 1988), ganadora del I Premio Centrifugados de poesía joven con La risa loca de los ángeles.
E.P. (Poemas de Salinger), de Roberto Valdivia, quien antes había publicado el poemario [MP3] y el proyecto visual Salinger, aborda temas como la incomunicación, la identidad, la temporalidad, la desestructuración de una sociedad globalizada o la insatisfacción a través de una poesía narrativa, nacida de lo inmediato, estructurada a través de un versículo ágil, cuya cadencia se sostiene en las múltiples repeticiones sintácticas, léxicas y semánticas, y en un lenguaje directo y descarnado, que busca sacar al lector de la zona de confort donde está instalado.
Raquel Cané, quien ha publicado varios libros álbum para niños, debuta en la poesía con Cartas a H. El aprendizaje, dos obras independientes que, aunque corresponden a un mismo estado anímico, plantean líneas de fuga muy diferentes. “Cartas a H” está compuesto por veintitrés poemas en prosa que, a modo de teselas, abordan el tema del alejamiento emocional a partir de la distancia física entre un yo y un tú enigmático que existe tan solo como motivo para la introspección. “El aprendizaje”, en cambio, está compuesto por cuarenta y dos poemas breves, de tono más metafísico, que responden a tres momentos distintos de un camino de autoconocimiento a través del lenguaje.
Norcorea es el segundo poemario de Kevin Castro, tras Los tiempos jurásicos. La intensidad tonal del conjunto viene marcada por el rotundo poema que lo abre, una bofetada descarada que nos advierte que la lectura ha de ser una travesía desasosegante e incierta, que debe desubicarnos y hacer que nuestras convicciones y nuestra forma de relacionarnos con el mundo se tambaleen. Para conseguirlo emplea un léxico cotidiano, incisivo y contundente, de aristas pulidas, y experimenta con la puntuación y con la disposición de los versos, multiplicando la capacidad significativa de las palabras.   
Bajo el título de De todas las cosas que nunca entendí siempre vas a ser mi favorita, Valentina Varas reúne sus dos volúmenes publicados, La velocidad de una fiesta (2016) y Volcán (2018), además de ocho composiciones  inéditas. Convencida de que la escritura sirve para intuir el enigma que sostiene el mundo y a nosotros mismos, la poeta porteña aborda con acierto temas como la identidad femenina, los anhelos, las dudas, la temporalidad, la ausencia o la soledad, teniendo en todo momento al amor como eje vertebrador de unos poemas intensos y contenidos que “tienen un aire de canción pop”, en palabras de Damián Ríos, autor de un breve pero certero prólogo.
El sugerente título del sólido debut de María Florencia Rua es Luces mal usadas, cuya arquitectura se sustenta en la palabra incisiva, directa y desencantada, nacida de las pequeñas fallas cotidianas por las que el mundo se desangra. La hostilidad del entorno, los miedos más íntimos, las pérdidas, el dolor y el cansancio son las caras de un discurso escéptico que ahonda en las contradicciones de un yo irrenunciablemente femenino.
Por último, París es el escenario donde se desarrolla el itinerario sentimental de La risa loca de los ángeles, el cuarto poemario de Paula Giglio, tras Ella, muerta (2012), En el cuerpo (2016) y Un lugar para mis piernas largas (2018). En estos veinticinco poemas sin título, que actúan a modo de fotogramas de una relación casi evanescente, un “tú” intenta reconstruir, a través de la memoria, los vínculos con un “vos”, a pesar del océano que los separa. La delicada y sugestiva intensidad del libro se mantiene gracias a la parquedad léxica, a la delicadeza de las imágenes, al ritmo sutil de los metros breves y a un léxico cotidiano, sugerente y preciso que busca la emoción a partir de la anécdota.
Cumbreño, pues, nos ofrece seis voces distintas que comparten ángulos y aristas; seis voces que prefieren indagar en algunas de las preguntas que dan sentido al universo, conscientes de la imposibilidad de encontrar las respuestas; seis voces que saben que la poesía nace de destellos fugaces escondidos en lo cotidiano; seis voces que plantean una hoja de ruta definida con exactitud; seis voces que consiguen no dejar indiferente al lector.

(Publicado en Cuadernos del Sur, 27 de abril de 2019, p. 11)

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