En La luz de lo perdido. Antología poética 1976-2020 (Chamán Ediciones, 2020) se condensan cuarenta y cinco años de entrega a la poesía por parte de Javier Lostalé (Madrid, 1942). Se trata de la tercera selección de su obra poética –tras Rosa y tormenta (Cálamo, 2011) y Azul relente (Renacimiento, 2014), además del libro-disco Tiempo en lunación (Ars Poética, 2019). La edición corre a cargo de Esther Peñas, quien firma un conveniente prólogo y una más que esclarecedora entrevista que actúa de epílogo. El título, que sintetiza todo el universo creativo de un poeta que escribe desde la grieta de una pérdida, la de amor, con la intención de restaurarla, está tomado de un verso del poema “Dale la mano” de Jimmy, Jimmy.
Este el hilo conductor de una obra escasa e intensa que, alejada de grupos generacionales y de modas pasajeras, se ha ido construyendo a lo largo de los ocho poemarios recogidos en el presente volumen: Jimmy, Jimmy (1976), Figura en el paseo marítimo (Hiperión, 1981), La rosa inclinada (Rialp, 1995; Premio de Poesía Juan de Baños), Hondo es el resplandor (1998), La estación azul (Calambur, 2004; Premio Francisco de Quevedo), Tormenta transparente (Calambur, 2010), El pulso de las nubes (Pre-Textos, 2014) y Cielo (Vandalia, 2018; Premio Jorge Guillén), a los que habría que sumar el ensayo poético Quien lee vive más (Polibea, 2013) y tres poemas inéditos.
Jimmy, Jimmy es un canto celebrativo del cuerpo masculino y de entrega a un tú capaz de dar sentido a la existencia de un yo que vive de manera conflictiva la tensión del deseo y encuentra la plenitud en el instante sin tiempo en el cual se une al amado. Esta exaltación se transforma en soledad en Figura en el paseo marítimo, donde, ante la brevedad del amor, el yo poético pretende restaurar la ausencia del amado a través de una palabra encendida, iniciando así un proceso de autoconocimiento en el que tantea los enigmas de la existencia y las oscuras simas interiores.
Tras un silencio de catorce años, Lostalé publica uno de sus títulos capitales, La rosa inclinada, en el que, a partir de la imagen de la rosa, que siguiendo a Juan Ramón Jiménez es símbolo de la perfección y de lo efímero, aborda temas como el paso del tiempo, la soledad, la belleza y la plenitud. Sobre estas mismas coordenadas existenciales construye Hondo es el resplandor, con el que inaugura una poesía de tono metafísico y de gran intensidad expresiva, y La estación azul, donde reúne una serie de textos en prosa aparecidos en ABC entre 1998 y 2001, que vio la luz en su poesía reunida La rosa inclinada (Calambur, 2002).
Tormenta transparente, tal vez su libro más conseguido, supone una indagación en la esencia del ser a partir del contacto amoroso con el otro. Aunque su tono sea más sombrío, inicia una búsqueda de la transparencia y de la esencialidad que continuará en sus dos poemarios siguientes y en los tres poemas inéditos que se recogen para la ocasión –si exceptuamos Quien lee vive más, un conjunto de textos breves en prosa en los que el autor muestra su entusiasmo por la lectura y su pasión por los libros-. A partir del oxímoron del título se teje toda una arquitectura del amor, entendido como anhelo, en la que se mezcla lo inalcanzable, la construcción de la propia identidad desde el amante, la pérdida como origen o el deseo incandescente. En El pulso de las nubes, por su parte, destaca el tono de renuncia que se desprende de la aceptación de la vida, que se sabe vivida con intensidad y plenitud, y de la certeza de una muerte que es asumida con serenidad, al tiempo que plantea el amor como trascendencia y salvación. Este proceso de elevación casi mística se materializa en su parco e inabarcable Cielo, en el cual el poeta se encuentra abandonado de sí mismo, lleno de dicha, una vez conseguida una paz interior que le hace vivir pleno y mirar al mundo con gratitud.
Semejante evolución poética desde Jimmy, Jimmy a Cielo se sustenta sobre tres pilares básicos: las imágenes surrealistas de Aleixandre, la poética del deseo de Cernuda y el aliento místico de Rilke, todo con un lenguaje cuidado e intenso que se ha ido decantando, buscando la sencillez, para dibujar la cartografía sentimental de un yo que intenta construir el amor a través de la ausencia, colocando el cuerpo y la sensualidad en un lugar primordial en tanto y en cuanto son capaces de detener el tiempo y de producir la elevación de quien vive en plenitud y da gracias por ello.
Título: La luz de lo perdido
Editorial: Chamán Ediciones
Año: 2020
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