lunes, 12 de abril de 2021

Parquedad y exuberancia del aforismo: 'Desajustes' e 'Impertérrito pluscuamperfecto'


La velocidad y la inmediatez, instauradas por la sociedad actual como principios rectores de nuestras relaciones sociales y de unos hábitos de consumo en red, determinan el auge de los aforismos, de los haikus y de los microrrelatos, tres géneros distintos que, más allá de compartir el culto al instante y a la brevedad,  han de albergar, en su concisión y en su precisión, un pensamiento capaz de activar la inteligencia del lector a través de la emoción.

Tal vez la Isla de Siltolá sea la editorial que más está contribuyendo a la difusión de este género híbrido en boga con la creación del Premio de aforismos La Isla de Siltolá y, sobre todo, con una interesantísima colección en la que, de momento, se han publicado una cuarentena de títulos, entre ellos los dos que nos ocupan: Desajustes, de Benito Romero, e Impertérrito pluscuamperfecto, de Miguel Agudo Orozco.

Ambos autores son licenciados en Filosofía y eso, obviamente, se nota en su mirada perpleja ante lo cotidiano y ante las grietas y contradicciones que nos definen y sobre las que se sustenta el mundo en que vivimos. El rumor y el desconsuelo provocados por esta constatación y su aceptación solo pueden ser abordados desde la ironía y la concisión expresiva, en el caso de Romero, y, desde la ironía y el humor, en el de Agudo Orozco. 

Benito Romero nació en Santa Cruz de Tenerife en 1983 y ha publicado dos libros de aforismos Horizontes circulares (Ediciones Trea, 2018), con el que obtuvo el Premio AdA de los lectores, y Desajustes, que le ha valido el II Premio de aforismos La Isla de Siltolá, además de numerosos artículos y reseñas sobre cine y textos de creación en diversas revistas, suplementos, blogs y webs. 

Los parcos y sobrios aforismos de Desajustes se sitúan, en palabras de Jordi Doce, quien firma una precisa nota en la contraportada, “lejos de la cursilería de la máxima o la redondez autocomplaciente de los juegos de ingenio, tan comunes en nuestra tradición, Benito Romero busca el hachazo de la brevedad, la concisión fulgurante que sabe sorprenderse incluso a sí misma”.  En los más conseguidos, aquellos de tema cultural, metafísico y metaliterario destacan la precisión sintáctica y la inteligente selección léxica (“El poeta obsesionado con los adjetivos rara vez emplea el apropiado”, “En filosofía la errata es una pésima argumentación” o “La verdad de cada uno no es superior ni inferior a la del resto, pero sí posee más calorías”), que no están reñidos con la ironía y el humor ( “Los ilustres mentores son fábricas de limpiabotas”, “Contaba los segundos para abrazar ese momento en que la alegría consistiera en evacuar sin dificultades y con regularidad” o “Durante la cópula escudriñaba con insistencia los preámbulos de la exactitud”).

La seca y equilibrada arquitectura de Romero contrasta con la exuberancia verbal y el despliegue lingüístico de Agudo Orozco, ingenio, agudeza, perspicacia, sutileza, intensidad, aguijonazo en estado puro. 

Miguel Agudo Orozco, nacido en Tarragona en 1976, ha publicado cuatro libros, todos ellos en La Isla de Siltolá: dos de poesía -Cuando Herodes la tierra (2009) y Amorexia (2014)- y dos de “parapensares”, afortunado neologismo con el que se refiere a estos pensamientos breves en prosa: Parapensares (2017) e Impertérrito pluscuamperfecto (2020); asimismo, cultiva el collage digital y la poesía visual, habiendo participado en varias exposiciones colectivas.

Los aforismos de Agudo Orozco son fruto del maridaje de lo observado y de su propia concepción del mundo, todo con un profundo sentido del humor y con un escepticismo que le permiten poner el dedo en la llaga, sin dogmatismos. Para ello, el autor afincado en Baeza utiliza continuas resemantizaciones de frases hechas (“Cuando las barbaridades de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”), sentencias o máximas (“Conócete a ti mismo y no hables con desconocidos” o “Dios bendice la clonación: creced y multiplicaos”), axiomas (“Tu sonrisa es la distancia más dulce entre dos puntos”) o, incluso, fragmentos de canciones (“Si tú me dices ven, lo jode todo”), utilizados en un contexto distinto al habitual; crea insólitos neologismos (“Los poemas malos son catástrofas” o  “ Quien escribe invectivas lo hace con boligarfio”); emplea el calambur (“En realidad, la máxima latina decía: carpe diem y carpe tazo”); la dilogía; la paranomasia (“De las verdades del barquero a las postverdades del banquero”), sobre todo, “in absentia”, en la que el parónimo que no está es connotado por otra palabra desde el plano del significado y desde el plano del contenido (“Microrrelato escatológico: Érase una hez” o “La realidad supura la ficción”); los anagramas (“Parásito: tó para sí”); los quiasmos; e, incluso, varias figuras a la vez “Di vida y vencerás”, donde el calambur y la paranomasia “in absentia” se funden con maestría.

Este derroche de ingenio, que un lector apresurado podría tildar de frívolo e impertinente, está sustentado sobre una mirada reflexiva de gran intensidad, que hace de estos parapensares un deleite para los sentidos y para la inteligencia.




Autor: Benito Romero 
Título: Desajustes
Editorial: La Isla de Siltolá
Año: 2020  

Autor: Miguel Agudo Orozco
Título: Impertérrito pluscuamperfecto 
Editorial: La Isla de Siltolá
Año: 2020  


(Publicado en Cuadernos del Sur, 10 de abril de 2021, p. 6)


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