PALIMPSESTO
Una niña coloca las manos en la nieve.
La nieve lava el mundo
y escribirla es origen como ausencia.
Las huellas se endurecen con el frío.
Son parte de la nieve; son parte de la niña,
que aguanta la caída vertical
de pequeños hexágonos
irregulares.
Me mira y me sonríe.
Agacha la cabeza y se quita los guantes.
Extendidas las palmas, aprieta con más fuerza,
buscando la profunda exactitud
de lo que no se borra.
Disfruta de lo efímero.
Vivir es compartir un zeugma
y no emplear palabras connotadas.
Ella es el punto de regreso
a un universo anterior al lenguaje.
(Vertices, Madrid, Visor, 2016; XXVI Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma)
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