miércoles, 16 de diciembre de 2015

Mirada reflexiva

En toda combustión existe un elemento que la genera y otro que arde. En la palabra poética, la emoción es el comburente y la sugerencia, el combustible. De esta reacción química se desencadenan miles de puntos de calor y de luz que prenden en la mente del lector hasta quedar reducidos a ascuas.
Así es la palabra poética de Marcos Díez (Santander, 1976), quien firma Combustión, Premio de Poesía Hermanos Argensola 2014, un poemario que intenta reflejar la paradoja que sustenta la existencia de un yo poliédrico, consciente de sus aristas, que vive en permanente conflicto y que trabaja los recuerdos de la infancia mediante una mirada inquieta y escrutadora, que lleva, inmediatamente, a la reflexión. De este modo, su poesía adquiere cierto tono filosófico, pero sin perder nunca el lirismo, contenido y eficaz. Para ello, el poeta asume la incertidumbre mediante el símbolo y acude a la ironía como forma de sondear la existencia.
La identidad, el amor o la soledad son los pilares a partir de los cuales el poeta cántabro construye un libro compuesto por cuarenta y ocho poemas, articulados en dos partes idénticas en cuanto al número de composiciones -“Con sol dentro” y “Mapa de ruta”-. Entre estas se suceden las de tono narrativo con otras más esencialistas, demostrando que Díez conoce perfectamente la temperatura de ignición de la poesía y que sabe mantener a lo largo de todo el poemario la de inflamación, evitando caer en lo superfluo, en lo manido y en la afectación.


Autor: Marcos Díez
Título: Combustión
Editorial: Visor
Año: 2014

(Publicado en Cuadernos del Sur, 17 de octubre de 2015, p. 7)