miércoles, 16 de diciembre de 2015

Mirada reflexiva

En toda combustión existe un elemento que la genera y otro que arde. En la palabra poética, la emoción es el comburente y la sugerencia, el combustible. De esta reacción química se desencadenan miles de puntos de calor y de luz que prenden en la mente del lector hasta quedar reducidos a ascuas.
Así es la palabra poética de Marcos Díez (Santander, 1976), quien firma Combustión, Premio de Poesía Hermanos Argensola 2014, un poemario que intenta reflejar la paradoja que sustenta la existencia de un yo poliédrico, consciente de sus aristas, que vive en permanente conflicto y que trabaja los recuerdos de la infancia mediante una mirada inquieta y escrutadora, que lleva, inmediatamente, a la reflexión. De este modo, su poesía adquiere cierto tono filosófico, pero sin perder nunca el lirismo, contenido y eficaz. Para ello, el poeta asume la incertidumbre mediante el símbolo y acude a la ironía como forma de sondear la existencia.
La identidad, el amor o la soledad son los pilares a partir de los cuales el poeta cántabro construye un libro compuesto por cuarenta y ocho poemas, articulados en dos partes idénticas en cuanto al número de composiciones -“Con sol dentro” y “Mapa de ruta”-. Entre estas se suceden las de tono narrativo con otras más esencialistas, demostrando que Díez conoce perfectamente la temperatura de ignición de la poesía y que sabe mantener a lo largo de todo el poemario la de inflamación, evitando caer en lo superfluo, en lo manido y en la afectación.


Autor: Marcos Díez
Título: Combustión
Editorial: Visor
Año: 2014

(Publicado en Cuadernos del Sur, 17 de octubre de 2015, p. 7)

domingo, 18 de octubre de 2015

"Frontera, tú"

Mañana, a las 21:00 horas, en la Casa Góngora (Córdoba) comparto espacio con Javier Sánchez Menéndez y Ginés Liébana.




Entretanto, os dejo uno de los haikus que forman Frontera, tú:

Me acerco a ti.
Con las dudas de un hombre.
Equivocándome.

miércoles, 14 de octubre de 2015

"Nunca es tarde", de Benjamín Prado: amor, literatura y compromiso.


Tras ocho años de silencio poético, en los que han visto la luz dos novelas y dos libros de aforismos, Benjamín Prado (Madrid, 1961) publica Nunca es tarde. Se trata de una obra de madurez en la que, al hilo del redescubrimiento ilusionado y eufórico del amor pleno atravesada la frontera de los 50, aborda algunos de los temas de siempre con un estilo directo y transparente, aunque sin olvidar la imagen sorprendente (“la nieve llora lágrimas de gigante vencido” o “la serpiente es la última curva de lo esmeralda”) ni el tono aforístico (“Mentir hace que la verdad no duela”): el compromiso y la denuncia de las injusticias del mundo, el sentido de la escritura, la reflexión sobre la propia interioridad, el paso del tiempo –que desemboca en la experiencia íntima de la muerte-, el viaje y la celebración de la vida y la belleza, ejemplificadas en el amor. Estos dos últimos motivos son entendidos como una suerte de redefinición de distancias y fronteras.
El conjunto se estructura en tres partes, cobijadas por dos poemas, que, concebidos como prólogo (“Cuestión de principios”) y epílogo (“Punto final”), funcionan a modo de poética, en la que el poeta confiesa su aspiración: “Un poema que diga también lo que no dice. / Un poema que escuche a quien lo lee. / Un poema que diga que el que cierra los ojos / es cómplice del crimen que no ha querido ver”.
La primera sección, “Nunca es tarde”, da título al volumen y está compuesta por nueve composiciones en las que el amor correspondido supone un nuevo punto de partida. Además del poema homónimo (“Ya no es tarde, / y si antes escribía para poder vivir / ahora / quiero vivir / para contarlo”), destacamos “María y el fantasma” -un sencillo homenaje a Ángel González-, “Libro de familia” -recuento de los libros y escritores que conforman su geografía íntima- y “Poesía social” -donde, después de recordar el compromiso de los poetas del 50, establece su concepción ética del poema: “leerlos fue soñar con un idioma / sin la palabra usura, / sin miseria, / injusticia, / desigualdad / prohibido…”-.
En la segunda, “Viajes con la azafata”, el viaje en compañía del ser amado se convierte en el eje vertebrador de ocho textos en los que el yo poético viaja con María a Cartagena de Indias, San Salvador, la Lisboa de Pessoa, la Ginebra de Borges y Jerusalén –“Tu nombre quemará mis labios para siempre”-, o visita la casa de Freud en Viena y la de Juan Ramón Jiménez en Coral Gables.
De la tercera, “Vida y obra”, la más heterogénea de todas, sobresale “Su viva imagen”, el poema más intenso de todo el libro, una emocionante elegía a la madre muerta, en la que Prado consigue crear una emoción en el lector, a partir de los pequeños detalles, sin caer en lo patético: “Le gustaban la nieve, los gatos, la familia; / el fuego, / cocinar / los cumpleaños, / llorar con las películas románticas; / encender velas en las catedrales. / Le asustaban los médicos, / las llamadas nocturnas, / las tormentas, / el frío / los reptiles…”).
En resumidas cuentas, un conjunto de poemas de un innegable tono celebrativo, escritos con oficio, en los que el optimismo se impone en una sincera afirmación de la vida.

Autor: Benjamín Prado
Título: Nunca es tarde
Editorial: Visor
Año: 2014 (Colección "Palabra de Honor"); 2015 (Colección "Visor Poesía")


(Publicado en Cuadernos del Sur, 3 de octubre de 2015, p. 7)

jueves, 17 de septiembre de 2015

"La tierra prometida", de Manuel Gahete: amor y poesía



Evolución no es sinónimo de ruptura. Coherencia no lo es de reiteración. Por eso, no son muchos los escritores que consiguen que el crecimiento sea un proceso de ahondamiento en unos mismos principios éticos y estéticos y no tanto una modificación radical de los pilares sobre los que articulan el discurso. Convencido de este axioma, Manuel Gahete (Fuente Obejuna, 1957), poeta ajeno a las modas literarias, se ha mostrado siempre fiel a unos presupuestos que, estando ya presentes en Nacimiento al amor (Premio Ricardo Molina, 1986), han ido cristalizando en distintos cuerpos geométricos a lo largo de más de veinte poemarios.
Defensor de una poesía introspectiva, concebida como vía de conocimiento, en la que para llegar a comprender el misterio de la existencia se sondea el propio yo, el poeta mellariense aborda en La tierra prometida el tema del amor, que, además de la forma del amor carnal (“Vestigio de humo”, “Argonauta” o “Sobre los viejos odres”), adopta la de la devoción a la poesía (“El cantor del yuyal”, “Tránsito de la luz”, “Fuero” o “Ciudad de destino”), la fe (“Arena en los pies desnudos”, “Mística llaga”, “Augurio” u “Ósmosis”) o el compromiso con el ser humano (“Rodas”, “Naxos”, “Santorini”, “Sifnos” o “Mykonos”).
Este poemario, uno de los más extraños, intensos y personales del autor, le ha valido el I Premio de Poesía Carmen de Silva y Beatriz Villacañas, convocado por el Ayuntamiento de Boadilla del Monte en colaboración con la revista Troquel.  De la atractiva factura del mismo debemos resaltar tanto la sugerente ilustración interior firmada por su esposa, Ana Ortiz Trenado, como el hecho de que el diseño y maquetación hayan corrido a cargo de Fernando Gahete Ortiz, hijo de ambos.
Concebido de manera circular, el conjunto está compuesto por veintiséis poemas, articulados en cuatro partes organizadas en torno al motivo de un viaje exterior que deviene interior, pues, a partir de las diferentes ciudades visitadas y recordadas, el ser humano interioriza lo vivido para extraer de ellas lo esencial, el sentido último de la existencia: “Hégira”, en la que con el característico sincretismo religioso gahetiano el autor plantea los motivos temáticos expuestos; “Miradas de Japón”, tres series de siete haikus inspiradas por las ciudades de Kagoshima, Kioto y Tokio; “Islas bajo la luz”, siete poemas escritos al recuerdo del sol y la luz de otras tantas islas griegas; y “El creador emboscado”, donde el libro se pliega sobre sí mismo y recoge los temas planteados en la primera parte, al tiempo que ahonda en la aspiración más noble del ser humano, la “ciudad de destino”: la poesía, el amor, la fe, la justicia. Como es propio de nuestra tradición literaria y de la poesía de Gahete, esta fuerza, que mueve al ser humano y que se convierte en el sentido último de la vida, supone necesariamente heridas, pues el propio sentimiento implica sufrimiento y dolor (“¡Cómo mudar –no sé- la sombra en brasa / en la extensión abierta de la herida!”); sin embargo, el autor de La región encendida matiza tal concepción en unos versos rotundos: “Poco sabe de amor quien nos ama / si, al rozarnos la piel, exige heridas; / si, después de besarnos, nos ignora." Ahora bien, esta ciudad nunca es punto de llegada, sino simple camino, como connota el propio título, de inevitables sugerencias bíblicas. El creador ha de ser un exiliado, una persona fuera de lugar, que vaga por el desierto en busca del territorio prometido por el creador, un ámbito fértil, y la creación, por ende, es una travesía incierta hacia lo desconocido, hacia el misterio del cosmos y, al mismo tiempo, del propio ser, pues, para entender el enigma último de la creación, el yo poético debe partir de la experiencia particular. Solo de ese modo se conseguirá la universalidad del conflicto planteado. Así, esta “hégira” no es una migración individual, sino que pronto se transforma en un destino común del hombre. Todo este armazón temático se articula en torno a una serie de símbolos poliédricos -la luz, el mar, la sombra y la oscuridad, el espejo, el fuego o la llama, el barro…-  acerca de la doble naturaleza de un yo que es un hombre que ama y que es creador, e invierte, en ambos casos, desvelos e ilusiones en expresarse a través de la palabra, desentrañando la naturaleza misteriosa de esta, con la intención de comprender la realidad polimorfa en la que transcurre su existencia, que es, siguiendo la cita inicial del memorable poema de T.S. Eliot, una tierra baldía o un yuyal, en palabras de Gahete, cuyas fisuras son denunciadas al tiempo que se reclama la necesidad de un entendimiento más profundo entre los seres humanos para poder vivir en un mundo menos injusto. Pese a estos principios ideológicos, el autor de Mapa físico no olvida, como advertía Mallarmé a Degas, que “los poemas no se hacen con ideas, sino con palabras”, expresión que debe ser entendida en el sentido de que el valor supremo de la creación artística radica en el cómo se dice y no en el qué se dice. Esta búsqueda de la perfección formal mallarmeana, presente también en el poeta cordobés, se traduce tanto en la cuidada variedad métrica como en un profundo dominio del verbo, sustentado en un hondo conocimiento idiomático. La primera lo lleva a combinar el verso blanco con la lira (“Espejo oscuro”), con el romance endecha (“Origen”), con los tercetos encadenados (“Mezquino idioma”) e, incluso, con el haiku, una grata novedad en el discurso gahetiano, que, a pesar de la aparente incompatibilidad entre ambos, alcanza resultados más que notables: “Raíz de plata / -denso y húmedo el bosque- / iza la altura”, “La lluvia pace. / Su cayado de agua / guía la tierra”, “Cisne prieto, / el lunar de tu boca / en el crepúsculo” o “Trema la luna / como punta de iceberg / entre los dedos”. El segundo comporta, por un lado, una rigurosa selección léxica - arcaísmos, neologismos y los inconfundibles cultismos son buscados no solo por la potencialidad sonora de los mismos, sino también por las sugerencias que puedan despertar en el lector-, y por otro, un perfeccionamiento estilístico, un virtuosismo en el manejo del lenguaje. Semejante posicionamiento estético conduce, inevitablemente, a cierto hermetismo, basado en el deseo de encontrar una palabra nueva, capaz de fundar existencia, una palabra que se sustenta en una paradoja, pues, aunque nace de la realidad, tiende a distanciarse de ella en el deseo de nombrar una nueva realidad. Se trata, en definitiva, de un poemario que busca en todo momento la emoción a través de la riqueza de un léxico cuidado y sugerente, de un perfeccionamiento estilístico de marcado acento gongorino y de la musicalidad tanto de la palabra en sí como del metro, aunque hay una apuesta por una expresión más sencilla y directa que, sin romper con la coherencia de una trayectoria de más de tres décadas, ofrece una faceta nueva de este creador.

Autor: Manuel Gahete
Título: La tierra prometida
Editorial: Curva Polar Editorial
Año: 2014

(Publicado en Cuadernos del Sur, 20 de junio de 2015, p. 7)

martes, 23 de junio de 2015

Conciencia y lenguaje. "La cabellera de la Shoá", de Félix Grande


Hans Magnus Enzensberger fue el primer creador que rebatió la célebre y controvertida afirmación de Adorno: “escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”. Pese al eco inmediato que encontraron en pensadores como Elie Wiesel o Steiner, tales palabras, en apariencia incontestables, se revelaron falsas inmediatamente, hasta el punto de que el propio filósofo alemán se vio obligado a matizarlas: “quizás haya sido falso decir que después de Auschwitz ya no se puedan escribir poemas”.
Desde entonces, han sido muchos los artistas e intelectuales que han planteado la necesidad de escribir acerca del Holocausto con la intención de comprender, a través de la creación, la crudeza de una realidad que escapa a la razón, como única forma de transmitirla a las generaciones futuras. Es, por tanto, el lenguaje artístico, pese a sus grietas y fallas, el único capaz de desvelar lo inefable, lo indecible, el horror y el desprecio en estado puro, como demuestra La cabellera de la Shoá de Félix Grande (Mérida, 1937-Madrid, 2014).
Cuenta el propio autor que, antes de descubrir el campo de extermino de Auschwitz- Birkenau, ya había viajado en dos ocasiones a Polonia, pero que no se había atrevido a visitarlo “quizá por cobardía”. Cuando tuvo el valor necesario para contemplar el horror y la ignominia, lo que más le impresionó fue una enorme mata de pelo de mujer de casi dos toneladas expuesta en un escaparate. Tal masa informe y descolorida era parte de los 7000 kilos de pelo, empaquetados en sacos, que el ejército soviético encontró en los almacenes y que las autoridades del campo no habían tenido tiempo de enviar a las fábricas situadas en Baviera para la elaboración de una especie de sayal.
La contemplación de esta cabellera sin color -metonimia del horror y de la barbarie- por parte de Grande no supuso, en ningún momento, la imposibilidad de escribir poesía, como había planteado Adorno, sino que, al contrario, fue el resorte necesario para que el poeta emeritense regresase a la escritura poética, después de cuatro décadas de silencio, con la intención de sondear la fractura que supuso el genocidio nazi. La reflexión acerca de esta devastación, de esta derrota colectiva, que implicaba, en sí misma, la destrucción de unos principios tenidos por universales y, por tanto, la aniquilación de la propia humanidad, no puede sino desarrollarse entre dos grandes interrogaciones retóricas –“¿Oís la llamada?” y “¿Ustedes saben escuchar?”, esta última repetida cuatro veces, con un cuerpo de letra cada vez más pequeño, a modo de agónico eco-, entre dos afiladas apelaciones a la conciencia del lector, quien no puede ni debe permanecer indiferente ante un discurso directo y comprometido, que se solidariza con todos los humillados y marginados de la historia, a los que el propio poeta les presta voz.
El poema, una denuncia desgarrada de la injusticia, de casi mil versos, se divide en diez secciones de diversa naturaleza y extensión, cada una de las cuales adopta una estructura circular al hacer avanzar un discurso fragmentario, que dinamita la propia estructura narrativa, a través de la reiteración obsesiva de unas preguntas formuladas en un aparente verso libre –en realidad, una libre combinación de endecasílabos, alejandrinos y heptasílabos, fundamentalmente-. Este verso se apoya en la eficaz ruptura de la sintaxis convencional, en las imágenes sorprendentes y poderosas, sustentadas en una palabra de múltiples aristas, iluminadora pero realista a la vez, en la medida en que es capaz de encontrar el misterio en la realidad circundante, en las yuxtaposiciones de ideas y en la sobrecogedora fuerza emocional. De este modo, el poeta logra sacudir con contundencia al lector. El resultado, por densidad y profundidad, es una de las obras imprescindibles del poeta nacido en Mérida, que apareció publicada por primera vez en la última edición de Biografía (2011), como cierre del volumen -pocos meses después, vio la luz exenta, acompañada por más de sesenta imágenes del horror, en una edición no venal publicada por La Ortiga-, y que ahora llega a las librerías de la mano de Bartleby Editores, con un magnífico epílogo de Juan José Lanz titulado “Poesía e Historia: La cabellera de la Shoá y la poesía después de Auschwitz”.
  
Autor: Félix Grande
Título: La cabellera de la Shoá
Editorial: Bartleby Editores
Año: 2015

(Publicado en Cuadernos del Sur, 6 de junio de 2015, p. 4)

lunes, 15 de junio de 2015

El aire necesario

Con Y el aire de los mapas, José Carlos Rosales (Granada, 1952) cierra el ciclo iniciado con su primer poemario, El buzo incorregible (1988), y lo plantea, ya desde el propio título, como la conclusión natural de todos los anteriores: El precio de los días (1991), La nieve blanca (1995), El horizonte (2003), El desierto, la arena (2006) y Poemas a Milena (2011). Partiendo de la premisa de que toda la realidad es una abstracción mental del sujeto y que esta depende, pues, de quien la mira (“El aire de los mapas depende del que mire los mapas que están sobre la mesa”), Rosales, trabajador de la idea de libro unitario, articula el conjunto en torno al símbolo de un viaje exterior que deviene interior. Para iniciar esta travesía, es necesario sentirse desubicado, con lo que el poeta acaba hablando de todos los exiliados, de aquellos que marchan de un lugar del que nunca han formado parte (“Miras los mapas para hallar un sitio, / pero el sitio no está donde tú miras: / donde miras no hay sitio para ti, / pues los mapas no saben dónde hay sitio / ni lo pueden decir si lo supieran. / Solo hay sitio donde no hubo sitio”). Ante este trayecto, un auténtico proceso de conocimiento, el yo poético –que es individual y colectivo- tan solo puede sentir incertidumbre (“No hay señales que digan adónde vamos”). Los 45 poemas que lo integran se agrupan en tres secciones: “El aire”, en la que se recogen diversos paisajes que conforman parte de una compleja geografía interior; “Los mapas”, donde reflexiona sobre la decepción del ser humano cuando cree llegar al punto de destino; y “Y el aire de los mapas”, que actúa a modo de cierre, y plantea que, para una vida plena, es necesaria la libertad, pues todos los mapas son equívocos.

Autor: José Carlos Rosales
Título: Y el aire de los mapas
Editorial: Vandalia
Año: 2014

(Publicado en Cuadernos del Sur, 23 de mayo de 2015, p. 6)

jueves, 11 de junio de 2015

Pensar el acto creador. Hugo Mujica

Para Hugo Mujica, creación y reflexión están íntimamente unidas, conformando una suerte de fértil sinergia que germina, principalmente, bajo la forma de un verso cuidado y preciso. Con todo, en ocasiones, el creador debe acudir, mientras espera la llegada de la poesía, a otros cauces expresivos, ya sea el ensayo o la narrativa breve. De este modo, toda su producción girará alrededor de su obra poética, como él mismo afirma: “Toda mi prosa, creo, es la glosa de las intuiciones a las que la poesía me llevó, los relámpagos que me mostró”.
Con Prosa Selecta 2. Ensayo y narrativa, la editorial Vaso Roto cierra Del crear y lo creado, la obra casi completa, hasta la fecha, del escritor porteño. En este tercer volumen se recogen sus cuatro libros de ensayo más recientes, en los que aborda algunas de las figuras centrales de su ideario -desde la reflexión sobre el vacío en Orfeo, Juan de la Cruz y Paul Celan al recuerdo de la pasión según George Trakl- al tiempo que realiza una reflexión acerca del acto creador.
El primer ensayo, titulado Poéticas del vacío. Orfeo, Juan de la Cruz, Paul Celan, la utopía, el sueño y la poesía (2002), está compuesto por cinco textos que hablan de la alteridad intrínseca a la existencia. Por su parte, Lo naciente. Pensando el acto creador (2007) aborda, desde el presupuesto de que “crear es el acto más inicial del ser humano”, el acto creador, a través del cual el hombre vuelve “a revivir el evento más originario y revelador que cada uno de nosotros vivió: el haber nacido.” La casa (2008), en cambio, está escrito en un inusual, aunque no por ello menos efectivo e inquietante, versículo, capaz de amoldarse perfectamente tanto al pensamiento como a la praxis poética de Mujica. La pasión según Georg Trakl (2009) es el ensayo más extenso y en él se contienen las impresiones del lector que, en distintos momentos de su existir, acude al encuentro con la fascinante obra del poeta expresionista austríaco.
El volumen se cierra con una única muestra de prosa de ficción. El escritor argentino ha publicado dos libros de relatos: Solemne y mesurado (1990) y Bajo toda la lluvia del mundo (2008), en el que recoge aquellos relatos del libro anterior que han resistido el paso del tiempo. Ahora selecciona este último libro como insignia de su narrativa corta. Los  relatos que lo componen conforman un interesante corpus, heterogéneo temáticamente, pero profundamente unitario desde el punto de vista estilístico, en el que el narrador maneja con soltura el género, aunque, en ocasiones, la historia se sacrifique en favor del pensamiento (“El testamento inconcluso” o “Tratado sobre una hipótesis ilustrada y su respectiva conclusión existencial”).


Autor: Hugo Mujica
Título: Del crear y lo creado 3
Editorial: Vaso Roto
Año: 2014

(Publicado en Cuadernos del Sur, 23 de mayo de 2015, p. 6)


lunes, 8 de junio de 2015

Oxímoron

La capacidad de toda antología de generar controversia -y el descrédito del concepto de “canon”- radica, por un lado, en su naturaleza parcial e incompleta; por otro, en el hecho de que contiene, aunque no se confiese, un inevitable carácter programático. Ambos factores, vistos con recelo por el lector, conviven con la necesidad de ordenar la poesía más reciente; de hecho, en los últimos años se ha multiplicado la aparición de tales libros. El último ejemplo es El canon abierto, de Remedios Sánchez García, publicado por Visor. El oxímoron del título ofrece una triple lectura: la lista no está cerrada, la selección es plural y la nómina de autores ha sido elaborada atendiendo a un nuevo criterio colectivo, que prescinde de la opinión de un crítico y busca la de casi doscientos estudiosos pertenecientes a 107 universidades, a los que se les preguntó por el nombre de los cinco poetas en lengua española más relevantes nacidos después de 1970.
A sabiendas de las ampollas que levantaría el proyecto, el recuento de las encuestas se hizo ante notario, como se deja claro en la extensa introducción. Con la misma intención, se enumeran las universidades y críticos colaboradores, y se recogen en dos anexos los poetas más votados y todos los autores nombrados.

A pesar de ello, es normal que haya quien cuestione la preeminencia de una determinada corriente, la poesía ante la incertidumbre. Tal hecho objetivo es justificado por la propia antóloga afirmando que son los autores más conocidos en todo el ámbito hispanoamericano. Pero, por encima de polémicas, la nómina de 40 poetas –en la que se echan en falta algunos de los nombres propios- destaca, aparte de por la heterogeneidad estética, por reconocer la supremacía cuantitativa de la poesía escrita en la otra orilla de nuestra lengua.


Autor: VVAA
Título: El canon abierto
Editorial: Visor
Año: 2015

(Publicado en Cuadernos del Sur, 23 de mayo de 2015, p. 8) 

martes, 26 de mayo de 2015

En torno al amor: Amorexia

Amorexia es el ingenioso título del segundo poemario de Miguel Agudo (Tarragona, 1976). Este libro rompe un silencio de cinco años y supone una línea de continuación con los presupuestos éticos y estéticos de su carta de presentación, Cuando Herodes la tierra (La Isla de Siltolá, 2009; accésit del I Premio de Poesía Fundación ECOEM). El paso del tiempo, la poesía, el amor, la difusa frontera entre la realidad y los sueños y la nada existencial son los núcleos temáticos sobre los que se levantan los 87 poemas que componen un volumen donde la filosofía se vuelve poesía. Agrupadas en cinco partes asimétricas –“La vida es insomnio”, “Canto gregueriano”, “No es poesía”, “Canon clásico” y “Amorexia”-, entre las que se establece una intensa red de vasos comunicantes, dando lugar a un todo permeable, de carácter heteróclito, todas las composiciones destacan tanto por la concisión de la expresión como por la intensidad semántica de las palabras. Agudo consigue cargarlas de significados y sentidos diversos. Para ello no solo acude a la creación léxica, sino también a la paradoja, a la antítesis, al zeugma, a la elipsis y a diversos juegos de palabras como la anfibología, la polisemia, la paranomasia o el equívoco, sin olvidar el papel central de la imagen en la creación poética. A esta sabe dotarla de gran fuerza, y hacerla provocativa unas veces, sugerente otras, pero siempre reveladora y perspicaz, capaz de desmontar cualquier tópico o convencionalismo, golpeando al lector con más contundencia en aquellos poemas más breves y desnudos: “Tarde grisácea. / Miro por la ventana, / cristal con lágrimas.” o “Para poner / letra / a los gemidos / hagamos / garabatos / en la cama”.

Autor: Miguel Agudo Orozco
Título: Amorexia
Editoria: La isla de Siltolá
Año: 2014

(Publicado en Cuadernos del Sur, 23 de mayo de 2015, p. 7)

miércoles, 13 de mayo de 2015

Bajo las raíces


Un lujo formar parte de este homenaje a un libro clave, Sepulcro en Tarquinia; una gozada haber vuelto a disfrutar con su relectura.

jueves, 7 de mayo de 2015

Del amor y su complejidad

Juego desigual es el último poemario de la escritora y periodista gaditana afincada en Córdoba Matilde Cabello, con el que se inaugura el palmarés del Premio de Poesía Juana Castro, una encomiable iniciativa del Ayuntamiento de Villanueva de Córdoba para homenajear a su escritora más reconocida y celebrar la fertilidad creativa de una mujer pionera hondamente comprometida con la reivindicación de la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, ejemplo para numerosas creadoras, entre ellas la propia Cabello, quien ofrece dos poemas precedidos por sendas citas de la poeta jarota: el primero, el que da título al conjunto, “Del juego desigual”; el segundo, “Ley de vida”.
Se trata de un libro directo, parco en recursos, que pretende conmover al lector a través de la desnudez y de la emoción contenida (“Nada quedó. / Resbala. / El tacto de otro tiempo / como el agua de lluvia en el guijarro.”). Pese a esta sencillez y condensación expresiva, la poetisa unida a Espiel no renuncia al empleo de la mitología clásica (“y otearás a esta Ariadna mar adentro / orientando las velas a sí misma. / Y si viene Dionisos, copulemos”) ni de la imagen (“Ayer, cuando expurgaba mi inventario, / hubo un piafar de luz, arrolladora”). De hecho, estamos ante una poesía de raíz simbólica: el tiempo, el agua, el fuego, el vientre, las llamas, las heridas, las cicatrices, el reloj o la casa son algunos de los símbolos desperdigados por los cincuenta y cuatro poemas concebidos como un todo unitario, pero diverso al mismo tiempo, en los que se propone un ahondamiento, a partir del análisis de la problemática redefinición de fronteras que supone toda relación de pareja, en el propio ser -una mujer que ansía un amor en igualdad- y, de modo paralelo, en el otro, esa entidad externa de importancia axial para acometer cualquier proceso de introspección, pues la personalidad propia se conforma a partir del contacto con los demás.
De estos sondeos interiores, la escritora intenta extraer una serie de verdades y dar una explicación de los principios que ordenan el mundo y de las relaciones que establecemos con lo que nos rodea (“Del tiempo”, “De la crecida”, “Del contagio”, “De la dinamita”, “Del efecto óptico”, “De las distancias” o “De la crisálida”). Sin embargo, este intento se revela, inmediatamente, frágil e insuficiente ante la dificultad de reducir la complejidad humana (“De la ofrenda”, “De la caída”, “De la salvación”, “De la desnudez”, “De la reflexión total” o “De la recaída”), lo que la lleva a reconocer la imposibilidad de establecer leyes universalmente aplicables (“Sin ley”).


Autora: Matilde Cabello
Título: Juego desigual
Editorial: Renacimiento
Año: 2015

(Publicado en Cuadernos del Sur, 25 de abril de 2015, p. 4)

martes, 28 de abril de 2015

Comunicar, conocerse

Apenas un año después de la publicación de Chatterton, que le valió el XXVI Premio Fundación Loewe a la Creación Joven, Elena Medel regresa a la lista de novedades con la recopilación de casi toda su poesía publicada hasta la fecha bajo el sugerente título de Un día negro en una casa de mentira (1998-2014), que nos remite, inmediatamente, a los primeros versos de Habitaciones, de Louis Aragon.
Además de sus tres poemarios -Mi primer bikini (DVD, 2002; Uno y cero, 2013; Premio de Poesía Andalucía Joven), Tara (DVD, 2006) y Chatterton (Visor, 2014)- y de dos cuadernos -Vacaciones (El Gaviero Ediciones, 2004) y Un soplo en el corazón (Le touriste, 2004; Ediciones del 4 de agosto, 2007)-, se presentan otros cuatro bloques: “La caída del Imperio Romano”, ocho composiciones, la mayoría inéditas, en las que reflexiona sobre la propia escritura; “Isola delle femine”, nueve fragmentos, apenas conocidos, que vieron la luz en una edición de escasa tirada; tres poemas pertenecientes a un proyecto nuevo, y cuatro creaciones que han ido apareciendo en diversas antologías y libros colectivos. Hecha la relación, convendría dejar claro que la autora, al abordar la inevitable tarea de revisión de su creación, ha decidido suprimir algunos poemas tanto de Mi primer bikini como de Vacaciones, al tiempo que ha optado por corregir aquellos versos que más han notado el paso del tiempo.
Si precoz puede parecer la publicación de su poesía reunida –aunque justificable por el hecho de que la primera edición de su último libro esté a punto de agotarse o por la imposibilidad de acceder a su producción anterior, bien por la desaparición de la editorial DVD, bien por la escasa tirada y difusión de los citados cuadernos-, no menos lo fue su irrupción en el mundo literario, con tan solo 16 años. Mi primer bikini, su carta de presentación, es una exploración -a través de una serie de iconos extraídos de la televisión, del cine y de la música- del complejo universo de la adolescencia, ahondando en el caos, en la necesidad de búsqueda de la identidad, en la sexualidad y en el amor.
Esta línea de indagación es continuada en Vacaciones, que presenta una estructura eminentemente narrativa, aunque no olvida cierta modulación evocativa.
Tara, en cambio, supone un giro radical en el tono y en la tensión poética. La sacudida interior provocada por la muerte de la abuela materna la lleva a escribir unos versos profundamente confesionales en los que habla de la pérdida, del sentimiento de orfandad ante la ausencia y de la desaparición de la niñez.
Por su parte, Un soplo en el corazón, título tomado del único disco editado por el dúo donostiarra Family, son catorce poemas breves –titulados como cada una de las canciones del disco-, caracterizados por la sencillez y la contención, que actúan como puente entre el tono desenfadado de sus dos primeras publicaciones y el más desgarrado de Tara, al tiempo que anuncian el eje temático de su más reciente poemario: el paso de la adolescencia a la edad adulta y el fracaso.

Así pues, el presente volumen permite al lector hacerse una idea de la evolución de una poeta que concibe la poesía como un acto de comunicación –aunque sin renunciar a su utilización como instrumento de conocimiento-, y que apuesta por el lenguaje como base de una creación que ahonda en la figura femenina.

Autora: Elena Medel
Título: Un día negro en una casa de mentira
Editorial: Visor. 
Año: 2015.

(Publicado en Cuadernos del Sur, 25 de abril de 2015, p. 7)

viernes, 24 de abril de 2015

IV centenario de la publicación de la segunda parte del "Quijote"


Entre los diversos actos que se han organizado en el IES Antonio Mª Calero con motivo del Día Internacional del Libro, el equipo de biblioteca hemos preparado una presentación en "power point" para conmemorar el IV centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote.

lunes, 20 de abril de 2015

Discurso solidario

La reflexión sobre la creación poética, la propia praxis y la dimensión ética del poema son los pilares sobre los que Alberto Cubero (Madrid, 1972) articula su tercer poemario, Hendidura, con el que ha sido finalista del Premio Margarita Hierro, convocado por la Fundación José Hierro de Getafe. Precedido de un intenso y extenso prólogo de José Manuel Querol Sanz, el libro está concebido como un todo unitario integrado por 56 poemas épico-narrativos en prosa, sin título, en los que se traza el mapa interior de un hombre arrojado a un mundo en descomposición -y que, siguiendo la estela del inglés T.S. Eliot, es una tierra baldía- que se desliza hacia la hendidura que sustenta toda nuestra existencia.

Partiendo de la vida y distanciándose de ella a través de la reflexión, Cubero acude a una serie de símbolos de innegables raíces mitológicas y épicas para buscar –como en sus dos poemarios anteriores: Pájaros de granito (2008) y La textura metálica del dolor (2011)- un discurso solidario con el otro, que siempre es distinto y en cuyo contacto radica la capacidad del hombre para crecer interiormente y conocerse. Este discurso está construido con palabras -pero también con silencios, auténticos contrapuntos de inflexión del verbo-, y establece un diálogo con el lector, al que sitúa ante el abismo en su tentativa de arrojar luz a las áreas en penumbra de nuestra existencia. De hecho, los poemas más interesantes y sugerentes son los más breves, aquellos en los que el poeta insinúa más que desvela, intuye más que muestra, sondea más que descifra. 

Autor: Alberto Cubero
Título: Hendidura
Editorial: Devenir. 
Año: 2014

(Publicado en Cuadernos del Sur, 28 de febrero de 2015, p. 7)

viernes, 20 de marzo de 2015

Los bordes del mundo


Cuando se cumplen veintiséis años de la aparición del cuaderno Cuestiones personales (1988) y veinte de su primer poemario, Juan Bonilla recopila, bajo el inconfundible título de Hecho en falta (Poesía reunida), algunos de sus poemas más significativos. En contra de lo usual, la disposición textual no es cronológica, sino que las setenta y nueve composiciones se organizan de manera unitaria, sin indicar la naturaleza inédita de algunas de ellas ni la pertenencia de la inmensa mayoría a tal o cual libro. De este modo, el lector percibe la tremenda unidad de una producción jalonada por cuatro poemarios entre los que se establece una sutil red de vasos comunicantes: Partes de Guerra (Pre-Textos, 1994), El belvedere (Pre-Textos, 2002), Buzón vacío (Pre-Textos, 2006) o Cháchara (Renacimiento, 2009).
La ironía, la capacidad de dar la vuelta a los lugares comunes y a las frases hechas, los juegos de palabras, la parodia -dignas de recordar son las de sendos poemas de Juan Ramón Jiménez en “De todos y de nadie” y de Jaime Gil de Biedma en “No volverás a ser joven (ni falta que te hace)”-, la desintegración de un yo que ha sido sacralizado por la poesía moderna, el ingenio y el brillo verbal son los pilares sobre los que se articula un discurso que golpea con contundencia al lector al hablar, con aparente frivolidad y con cierto tono humorístico e intrascendente, del propio yo, de fútbol, de sexo, de religión, de la violencia, de la creación literaria o de la dicha provocada por los pequeños detalles (“Cuanto sé de mí”, “Filosofía”, “Cordura de Dios que quitas los pecados del mundo”, “Nadiuska”, “Ventajas de la ficción”, “Anfield Stadium”, “Oferta de empleo”, “Rutina sueño de Maiakovski”, “Poemas míos que otros escribieron” o “Los poetas malditos”); pero que también consigue conmoverlo por la hondura al abordar, sin imposturas ni falsas pretensiones, temas como la identidad, los miedos, la desorientación del ser humano ante el incierto presente, la desintegración del concepto de futuro, la deshumanización, la soledad, el hastío, los sueños, el nihilismo, el escepticismo, el ateísmo, la infancia, la memoria, el amor, la denuncia de las fallas de nuestra sociedad (“El espía”, “Epitafio del enamorado”, “Niño ciego”, “Solo una cosa”, “Cháchara”, “Denominación de origen: extranjero”, “Benarés”, “Primavera”, “El nombre secreto”, “En el tejado”, “Visor” o “Extraña música”).
La muestra, por tanto, aunque no sea exhaustiva, sí que es representativa de la valía de un escritor que ha acudido con fiel regularidad al verso a lo largo del último cuarto de siglo.


Autor: Juan Bonilla
Título: Hecho en falta
Editorial: Visor 
Año: 2014



(Publicado en Cuadernos del Sur, 14 de marzo de 2015, p. 7)

domingo, 8 de marzo de 2015

Un retrato generacional

 
El escalador congelado, editada por Destino, es la última novela del cordobés Salvador Gutiérrez Solís y en ella ofrece una radiografía, a través de cinco historias, de la frustración, el miedo, el escepticismo, el dolor, la soledad, la fragilidad, la impotencia, la inseguridad y el desencanto de una generación, la del propio autor, que ve cómo sus expectativas se han desmoronado. Para ello articula dichas historias mediante capítulos breves y las presenta, inicialmente, de modo aislado, sin más conexión  que el visionado por parte de todos los personajes de un documental acerca de un escalador fallecido por congelación cuando estaba a punto de llegar a la cumbre de una montaña nepalí y que, ante la imposibilidad de los servicios de rescate de recuperar su cuerpo, queda como un impasible espectador que saluda a todos aquellos que buscan la cima.
Pese al riesgo que comporta semejante planteamiento, el autor da muestras de su buen hacer narrativo y consigue que entre todas las tramas se vaya estableciendo, poco a poco, una serie de complejas relaciones. En este sentido, el punto de punto de fuga hacia el que tienden todos los personajes, de un modo u otro, es la pareja formada por Jesús y Susana, cuya relación, desgastada por la monotonía, por el paso del tiempo y por el deseo insatisfecho de ella de ser madre, abre y cierra la novela, adoptando esta, en cierta manera, una estructura cíclica.
La acción es ágil y está bien tramada, pues las otras cuatro historias van imbricándose de manera natural. Así, el joven brasileño Joao, que decide ser la transexual Luna, busca no solo su identidad sino una vida mejor en España, donde conoce a Mario, un cliente del que se enamora; por su parte, el matrimonio cansado de Carolina y Mario acude a experiencias fuera de la pareja: él, además de contratar los servicios de Luna, sale con Jesús algunas noches y en una de esas salidas conocen a Ana López y una amiga, ella acude con Susana a un curso de cocina impartido por Amadeo, hacia el que sienten cierta atracción; este, en cambio, está destrozado por la pérdida de su pareja Marianna y se encuentra sumido en un proceso de reconstrucción íntima a través de la creación culinaria; por último, la funcionaria Ana López ejemplifica la soledad acomodada de quien acude al sexo de manera esporádica para combatir el hastío y el vacío existencial.
El autor ahonda con acierto en los personajes y los construye de un modo bastante creíble. En este sentido, los que me resultan más habitables en su cotidianidad y en la capacidad que despliegan son los personajes femeninos, capaces de conmover al lector, en especial Susana y Ana López.
Pero más allá de las historias individuales y de las conexiones que se establecen entre ellas, Gutiérrez Solís ha sabido crear, con un lenguaje directo y efectivo, que se adapta perfectamente a la acción narrada, una obra coral, capaz de ofrecer un retrato generacional de aquellos que están en la frontera de los 40, esa edad en la que parece obligado hacer balance de las expectativas levantadas acerca de nuestras vidas y de la realidad cotidiana y gris con la que chocan.

 
Autor: Salvador Gutiérrez Solís
Título: El escalador congelado
Editorial: Destino
Año: 2012

(Publicado en Cuadernos del Sur, 4 de mayo de 2013, p. 6) 

lunes, 9 de febrero de 2015

Descenso al abismo

La editorial argentina Mardulce desembarca en España con Un año, del francés Jean Echenoz, traducida por Damián Tabarovski. La aparición de esta novela, editada en Argentina en 2011, supone la llegada a nuestras librerías de una obra crucial en la trayectoria de uno de los escritores galos más reconocidos, ganador del Premio Goncourt en 1999, que, sin embargo, permanecía inédita entre nosotros.
Se trata de un relato de apenas setenta páginas, de una belleza y de una sugerencia estremecedoras, que aborda con un lenguaje directo, sencillo y transparente y con una narración precisa –salpicada de unas justas dosis de lirismo contenido y de unas escuetas pero eficaces descripciones- la caída social de una atractiva joven, Victoire, quien una mañana, tras una noche de exceso, descubre el cadáver de un amigo, Félix, en su misma cama. Sin saber lo que ha sucedido, se marcha de París hacia el sur. Inicia una huida de sí misma y de sus miedos. Malvive en varios hoteles hasta que es robada. A partir de ese momento, comienza un vertiginoso descenso a la pobreza extrema. Convertida en mendiga, se suceden las aventuras hasta que la protagonista queda atrapada en un mundo que, en principio, no era el suyo. Al final, una vuelta de tuerca inesperada refuerza la dureza de la caída y golpea al lector con contundencia, evitando que quede impasible ante la denuncia de las grietas sociales.

 
Autor: Jean Echenoz
Título: Un año
Editorial: Mardulce
Año: 2014.


(Publicado en Cuadernos del Sur, 30 de enero e 2015, p. 7)

martes, 27 de enero de 2015

Vida y muerte

Parranda es el escueto, aunque significativo, título del último poemario de Rafael Courtoisie (Montevideo, 1958), con el que ha conseguido el XIV Premio Casa de América de Poesía Americana. Se trata de un libro unitario, pese a estar articulado en dos partes, pues entre estas existen numerosos vasos comunicantes: “Parranda” –treinta y cuatro poemas titulados lacónicamente con los correspondientes numerales cardinales- y “Otra parranda” –diecinueve composiciones que dialogan con los anteriores en una curiosa polifonía de sentidos y de sonidos-.
El poeta uruguayo, ganador del Premio Loewe en 1996 con Estado sólido, concibe la existencia y la poesía como celebración. La primera, de un mundo que, aunque presente grietas, es el único que tenemos para vivir y disfrutar; la segunda, de la palabra, generadora de un poliédrico ámbito donde se funden sin estridencias alegría y tristeza, fiesta y soledad, vida y muerte, erotismo y lamento, palabra y silencio, misterio y cotidianidad, tradición y presente, dolor y gozo, insatisfacción y plenitud, Hispanoamérica y España.
El conjunto, caracterizado por la musicalidad tanto del metro como del propio léxico, por la ironía y por el humor, supone la inteligente puesta en escena del yo más lúdico y despreocupado que, embebido de un inevitable compromiso ético con el otro, no deja de mostrar en todo momento un respeto profundo a la pluralidad.

Autor: Rafael Courtoisie
Título: Parranda
Editorial: Visor
Año: 2014

(Publicado en Cuadernos del Sur17 de enero de 2015, p. 7)

miércoles, 21 de enero de 2015

Antonio Cabrera: Emoción, mirada e inteligencia

La obra de Antonio Cabrera (Medina Sidonia, 1958) es un caso insólito en los tiempos que corren, en los que se han instaurado la juventud y la rapidez como valores en sí mismos. Si atípico resulta publicar un primer poemario pasados los 40, más lo es hacerlo con el premio Loewe bajo el brazo y con el reconocimiento unánime de crítica, lectores e, incluso, colegas; si no es usual que un debut literario muestre una voz propia y rotunda, menos lo es convertirse, con tan solo cuatro libros, en uno de los poetas imprescindibles de las últimas décadas.
Ahora, la editorial Renacimiento publica, dentro de su colección “Antologías”, Montaña al sudoeste. La cuidada y acertada edición corre a cargo del también poeta Josep M. Rodríguez, quien, además, firma un interesante prólogo fragmentario, “Realidad y conciencia (Ocho invitaciones a la poesía de Antonio Cabrera)”. De esta edición debemos señalar que queda fuera la colección de haikus Tierra en el cielo (2001), por ser, en palabras del propio antólogo, una “obra demasiado cerrada y singular. Paréntesis. Rara avis”. De este modo, el volumen se centra en la columna vertebral de su poesía: En la estación perpetua (Visor, 2000; Premio Loewe y Premio Nacional de la Crítica), Con el aire (Visor, 2004; Premio Ciudad de Melilla y Premio de la Crítica Valenciana) y Piedras al agua (Tusquets, 2010), además de cinco poemas inéditos.
Dueño de una poderosa voz personal, el poeta asidonense afincado en La Vall d´Uixó consigue fundir en sus versos poesía y pensamiento sin la necesidad de recurrir a un lenguaje oscuro y rebuscado ni a la letanía del versículo de carácter visionario, sino que lo logra a través de la intensidad y de la exactitud de la palabra corriente utilizada en el lugar exacto –dando como resultado una condensación semántica que obliga a leer y releer el poema más allá de la aparente sencillez-, de un cuidado verso blanco y de una auténtica y profunda reflexión sobre las relaciones existentes entre el yo que contempla y el fragmento de mundo contemplado en el que discurre su existencia, una naturaleza plena, capaz de reconciliar al hombre consigo mismo y con las grietas del entorno. Mirada y pensamiento se aúnan, pues, para crear todo paisaje, por lo que este tiene, irremediablemente, una dimensión interior. Ante tal evidencia, deben tomarse precauciones para no caer en la confesión sentimental (“canta el alrededor, no hables de ti”) y llegar a una poesía meditativa –no debe ser confundida con pensamiento, pues la palabra poética se sostiene sobre unos principios distintos al pensamiento filosófico: “con la retina del conocimiento no lo mires”-, nacida del desasosiego y de las interrogantes que conforman la existencia, y sustentada en una profunda emoción, que es la vía para entender el misterio del mundo, pues “comprendemos no por explicación, sino por emoción”.
Así, tenemos las tres palabras medulares de la obra de Antonio Cabrera, como advierte Josep M. Rodríguez: emoción, mirada e inteligencia, cimientos sobre los que se levantan poemas excelentes como “El obstáculo”, “Sobre un verso de Stevens”, “Poesía y verdad”, “L´illa dels pensaments”, “Homenaje a Joan Vinyoli”, “Participación”, “El cuidado del fuego”, “Montaña al sudoeste”, “El alrededor” y “Avance de nube”.
Debemos, por tanto, congratularnos de una publicación necesaria, con la que el lector puede hacerse una idea bastante fiel de la altura, de la intensidad y de la coherencia de una de las trayectorias más sólidas de la poesía del siglo XXI.

Autor: Antonio Cabrera
Título: Montaña al sudoeste
Editorial: Renacimiento
Año: 2014

(Publicado en Cuadernos del Sur, 17 de enero de 2015, p. 6)  

lunes, 12 de enero de 2015

Un yo colectivo

Después de un inicio más que prometedor con Rua dos douradores (Premio Adonáis en 2001 y Premio Andalucía de la Crítica a la Ópera prima en 2003), Adrián González da Costa (Lepe, 1979) publica Por el sueño afuera, poemario que le ha valido el XVIII Certamen Literario de la Universidad de Sevilla. En estos doce años de silencio poético, no solo se ha dedicado a la traducción de poesía portuguesa y a una tesis doctoral sobre poetas lusos del siglo XVI, sino que ha ido modulando y depurando un discurso más sutil e incómodo para el lector, al que exhorta en los últimos versos: “Y ni todo el jabón ni el perfume del mundo podrá desterrar ese hedor que os delata como aquello que sois, / oh, hipócrita lector”.
Con un cuidado verso blanco –excepción hecha del poema final, “Bicho meticuloso”, escrito en verso libre-, que sirve de cauce para una poesía nacida de los pequeños detalles, de la memoria y de las fallas que articulan nuestro mundo, el poeta onubense acude a un yo poético que, inmediatamente, se convierte en un sujeto colectivo (“todos sois como yo, exactamente como yo, ni más ni menos, como yo, / por más que lo neguéis moviendo lentamente la cabeza al leer estas líneas, como yo”). Así, aborda la soledad del ser humano en las grandes ciudades (“De su letra sin fondo”), los miedos más íntimos (“Agua de noche”), la muerte de los seres queridos (el recuerdo reincidente de la madre es la argamasa de algunos de los mejores poemas del conjunto: “La vuelta a casa”, “Por vez primera”, “Al final de ese otoño” o “Frente a la vida”) o las miserias del hombre de hoy (“Por detrás de la mesa", “Esperaban la olas”, “La manzana que muerdes”, “El vuelo de las aves” o “Ella viene hacia mí”).

Autor: Adrián González da Costa
Título: Por el sueño afuera
Editorial: Universidad de Sevilla
Año: 2014

( Publicado en Cuadernos del Sur, 20 de diciembre de 2014, p. 7)