miércoles, 21 de enero de 2015

Antonio Cabrera: Emoción, mirada e inteligencia

La obra de Antonio Cabrera (Medina Sidonia, 1958) es un caso insólito en los tiempos que corren, en los que se han instaurado la juventud y la rapidez como valores en sí mismos. Si atípico resulta publicar un primer poemario pasados los 40, más lo es hacerlo con el premio Loewe bajo el brazo y con el reconocimiento unánime de crítica, lectores e, incluso, colegas; si no es usual que un debut literario muestre una voz propia y rotunda, menos lo es convertirse, con tan solo cuatro libros, en uno de los poetas imprescindibles de las últimas décadas.
Ahora, la editorial Renacimiento publica, dentro de su colección “Antologías”, Montaña al sudoeste. La cuidada y acertada edición corre a cargo del también poeta Josep M. Rodríguez, quien, además, firma un interesante prólogo fragmentario, “Realidad y conciencia (Ocho invitaciones a la poesía de Antonio Cabrera)”. De esta edición debemos señalar que queda fuera la colección de haikus Tierra en el cielo (2001), por ser, en palabras del propio antólogo, una “obra demasiado cerrada y singular. Paréntesis. Rara avis”. De este modo, el volumen se centra en la columna vertebral de su poesía: En la estación perpetua (Visor, 2000; Premio Loewe y Premio Nacional de la Crítica), Con el aire (Visor, 2004; Premio Ciudad de Melilla y Premio de la Crítica Valenciana) y Piedras al agua (Tusquets, 2010), además de cinco poemas inéditos.
Dueño de una poderosa voz personal, el poeta asidonense afincado en La Vall d´Uixó consigue fundir en sus versos poesía y pensamiento sin la necesidad de recurrir a un lenguaje oscuro y rebuscado ni a la letanía del versículo de carácter visionario, sino que lo logra a través de la intensidad y de la exactitud de la palabra corriente utilizada en el lugar exacto –dando como resultado una condensación semántica que obliga a leer y releer el poema más allá de la aparente sencillez-, de un cuidado verso blanco y de una auténtica y profunda reflexión sobre las relaciones existentes entre el yo que contempla y el fragmento de mundo contemplado en el que discurre su existencia, una naturaleza plena, capaz de reconciliar al hombre consigo mismo y con las grietas del entorno. Mirada y pensamiento se aúnan, pues, para crear todo paisaje, por lo que este tiene, irremediablemente, una dimensión interior. Ante tal evidencia, deben tomarse precauciones para no caer en la confesión sentimental (“canta el alrededor, no hables de ti”) y llegar a una poesía meditativa –no debe ser confundida con pensamiento, pues la palabra poética se sostiene sobre unos principios distintos al pensamiento filosófico: “con la retina del conocimiento no lo mires”-, nacida del desasosiego y de las interrogantes que conforman la existencia, y sustentada en una profunda emoción, que es la vía para entender el misterio del mundo, pues “comprendemos no por explicación, sino por emoción”.
Así, tenemos las tres palabras medulares de la obra de Antonio Cabrera, como advierte Josep M. Rodríguez: emoción, mirada e inteligencia, cimientos sobre los que se levantan poemas excelentes como “El obstáculo”, “Sobre un verso de Stevens”, “Poesía y verdad”, “L´illa dels pensaments”, “Homenaje a Joan Vinyoli”, “Participación”, “El cuidado del fuego”, “Montaña al sudoeste”, “El alrededor” y “Avance de nube”.
Debemos, por tanto, congratularnos de una publicación necesaria, con la que el lector puede hacerse una idea bastante fiel de la altura, de la intensidad y de la coherencia de una de las trayectorias más sólidas de la poesía del siglo XXI.

Autor: Antonio Cabrera
Título: Montaña al sudoeste
Editorial: Renacimiento
Año: 2014

(Publicado en Cuadernos del Sur, 17 de enero de 2015, p. 6)  

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