lunes, 21 de marzo de 2022

'Nocturno'. Kiev-Sarajevo

 



Más de veinticinco años me separan y, a la vez, me acercan a este poema. Aunque ya no sea el adolescente que lo escribió, aún sigo encontrando algo de aquel joven entre estos versos que hoy, desgraciadamente, adquieren una inusitada actualidad. 


NOCTURNO

  

Va a ser larga la noche: han apagado

las luces y se pueden oír vuelos rasantes.

No son de reconocimiento.

 

Los restos de ciudad enmudecidos

hacen  más agobiante la espera de una bomba

y convierten la cabeza en un álbum 

donde van agolpándose

imágenes que no quieren sumirse

a lo que les ofrece ahora la vida.   

 

Se me hace tan difícil

acostumbrarme  a ver estas paredes

vacías.


El sitio ha convertido Sarajevo

en un sepulcro.

Son demasiados cuerpos 

caídos bajo los obuses.

Recuerdo a mi hijo, lleno de metal,

en el suelo. Hoy los pájaros

                                               han

                                                       soltado

                                                                    lágrimas

                                                                                   de 

                                                                                        acero

y ni siquiera tuve tiempo de sorprenderme.

 

El dolor estrangula

tanto que por las noches

ordeno los armarios y las cajas

donde he guardado objetos familiares

para que los fusiles

no se los lleven, plancho los jerséis,

preparo unos cafés

o pongo los cubiertos en la mesa.

 

Todo con tal de no notar que estoy sola.

 

Se me hace tan difícil

acostumbrarme a ver estas paredes

vacías, sobre todo,

cuando antes de dormir

pienso si de verdad vale la pena

pedir algún deseo mientras rezo.

 

                                   (Los lugares públicos, 1998; corregido y ampliado en 2008) 

 

 

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