jueves, 28 de noviembre de 2013
Arqueología interior
Con la misma precisión, rigor y mimo con que el arqueólogo excava el suelo árido de un páramo guiado por la intuición y los indicios, Luis Antonio de Villena ha buceado en su propia interioridad entre dos otoños (2008-2011) y ha sabido encontrar el aliento de sus mejores libros en Proyecto para excavar una villa romana en el páramo. Son setenta y un poemas en verso libre de corte elegíaco en los que el lector se reencuentra con el Villena más interesante, aquel que, prescindiendo de la construcción de un personaje teñido de malditismo exhibicionista, ha vuelto a confundir culturalismo con vida y ha sabido profundizar, más allá de las alusiones clásicas o de la cultura actual, en un yo poético que seduce al lector por la capacidad de presentar aquello de nosotros mismos que más nos cuesta aceptar y por la evocación melancólica y celebrativa, al mismo tiempo, del pasado. En este sentido, conviene resaltar que la melancolía que vertebra todo el poemario no es un simple lamento sino una invitación al disfrute de los dones de la vida, de la belleza y de la juventud, con todas sus íntimas e inconfesables contradicciones -“Atrapa el presente, amigo. / Goza y no tengas miedo”-. Los poemas, por tanto, son profundamente vitales y rebosan plenitud, gozo, placer, sensualidad, deseo… Esta elegíaca y epicúrea mirada hacia atrás del poeta madrileño, en la frontera de los 60, y la consiguiente toma de conciencia de las pérdidas sufridas a lo largo del camino andado -“Adiós a todo eso, querido. Jamás volverá. / Así es todo. Tú ahora lo has visto en vivo. / Todo se va, nada queda y las lágrimas / no son sino un vano intento de nostalgia / y permanencia”-, se fusiona con un sincero, visceral e inquietante vistazo hacia delante, hacia la vejez y hacia la muerte. De la primera asegura sin eufemismos que: “No es bella la vejez, aunque tenga cantores. / La vejez es inhóspita y cruel.”; de la segunda teme sobre todo el dolor, no el final, y así lo confiesa con diáfana y conmovedora sinceridad en “Esmeráldica” o en “Epitafio”, donde manifiesta: “Yacen aquí las cenizas de alguien / que no pidió venir (al que nada / le hubiese importado no venir) / y que, sin dolor, nunca temió irse.” Todo este proceso de introspección a través de la escritura es concebido como un simple “proyecto”, una tarea inconclusa, en la medida en que “el poema quiere rehacer la vida / y no puede. Levanta entonces otra vida perfecta, acaso, pero imposible”; no obstante, es necesario e irrenunciable -“si no lo escribo / si no hago es esfuerzo de narrarlo y rescatarlo / (sacándolo de la aislada memoria) / nada existe ni queda.”- pues es capaz de hacer aflorar unos poemas de conmovedora intensidad en medio del terreno yermo y desamparado en que vivimos -“este mundo/ es oscuro y sucio, y crueles y necios / la mayoría de los hombres, avaros y egoístas”-.
(Publicado en Cuadernos del Sur, 23 de junio 2012, p. 7)
jueves, 21 de noviembre de 2013
Hondura y sencillez. Amalia Bautista
Falsa pimienta, número 115 de la colección Calle del Aire (Renacimiento), es el octavo libro de Amalia Bautista (Madrid, 1962), y confirma a la autora como una de las voces más firmes de la actual poesía madrileña. Escrito en un impecable verso blanco, el poemario rebosa una sorprendente frescura al abordar, sin artificio ni rebuscada ampulosidad, el tema del amor, que se convierte en el eje de las tres partes en que se estructura el conjunto: “Doméstica sede”, cuyos poemas delimitan las coordenadas espacio-temporales en que se incardina la existencia tanto de la poeta como de su discurso poético: el Madrid de hoy (“Parece un burro viejo que lame sus heridas / y barrunta tormenta.”); “Fuera de casa”, tejida en torno a diversos amores y desamores, y “La Pertenencia”, quizá la sección más intensa, en la cual aborda el amor construido en torno a la pareja (“Pasado el tiempo, / los amantes perfectos se preguntan / si ellos hacían el amor / o si el amor los hizo. / Y los deshizo.”).
Partiendo, por tanto, del aquí y del ahora (“Y resulta que aquí, al lado de casa, / puedo ver que los ángeles se miran / en el espejo de los charcos.”), Bautista consigue una obra de emocionante naturalidad, en la que bajo una aparente sencillez se profundiza, con precisión y sutileza, en la propia complejidad interior de un sujeto poético femenino que nos invita, en una muestra de desbordante vitalismo, a una continua celebración de la vida.
(Publicado en Cuadernos del Sur, 16 de noviembre de 2013, p. 7)
lunes, 18 de noviembre de 2013
José Antonio Santano escribe sobre 'Las ventanas de invierno'
Ayer, la columna "Salón de Lectura" del poeta y crítico andaluz José Antonio Santano estuvo dedicada a Las ventanas de invierno. En el siguiente enlace se puede acceder a la versión digital del Diario de Almería.
La reseña también puede leerse en El olivar de la luna, el blog personal de Santano.
domingo, 10 de noviembre de 2013
martes, 5 de noviembre de 2013
Rodrigo Manzuco, un heterónimo cordobés
Desde que ganó la XI edición del Premio Emilio Alarcos, la identidad de Rodrigo Manzuco, joven cordobés técnico informático nacido en 1988, ha sido uno de los enigmas más comentados en los círculos poéticos hasta que José Luis García Martín ha desvelado a la persona de carne y hueso escondida tras tan singular nombre. Y resulta que el misterioso poeta es el nuevo heterónimo de Jaime García-Máiquez (Murcia, 1973), quien, además de publicar tres libros firmados por él, ha creado a Fernando López de Artieta (Madrid, 1983), autor de Jugar en serio (Visor, 2004) y Grosso modo (La isla de Siltolá, 2011).
No se trata, por tanto, de la obra de un autor novel, como reza en la contracubierta, sino de un escritor con oficio que busca una poesía sutil, en la que combina la sugerencia y la ironía. El conjunto adquiere, así, un aire desenfadado que, sin embargo, no rehúsa cierto tono metafísico cuando el poeta, que rechaza establecer máximas o desvelar el mundo, sondea la realidad concreta donde se incardina su existencia. En este sentido, Casi está compuesto por casi medio centenar de poemas –exactamente 48 poemas y una “Dedicatoria”- nacidos del misterio irradiado por lo cotidiano, que encuentran en la metáfora, la sorpresa y el diálogo con otros autores, ya sea de manera velada o explícita, algunos de los resortes capaces de provocar una emoción en el lector.
(Publicado en Cuadernos del Sur, 1 de noviembre de 2013, p. 7)
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