viernes, 16 de octubre de 2020

"Aflicción y equilibrio", de Carlos Alcorta: Elegía y canto a la vida



ELEGÍA Y CANTO A LA VIDA

Con una palabra desnuda y directa, Carlos Alcorta (Torrelavega, 1959) construye en Aflicción y equilibrio (Calambur Editorial, 2020) una casa de vida a partir de la enfermedad y la muerte del padre (“Me propuse escribir este poema  / como quien construye la casa natural / de la vida”),  que se erige en la figura capital de un poemario concebido como un diálogo entre este y el hijo, ya sea en presencia o en ausencia (“Entre nosotros nada ha cambiado. En la mente / de un niño la muerte, más que un enigma, / es un mendrugo de pan que obstruye la garganta.”). 

Los veintiún poemas, escritos en acertados versos blancos –con los encabalgamientos característicos del autor-, son de una extensión considerable –suelen sobrepasar los cien versos- y en ellos se impone un tono reflexivo, en el que la meditación y el lirismo parco y contenido se dan la mano para provocar una honda emoción en el lector. Esta emoción nace no solo de la autenticidad de lo vivido, sino, sobre todo, del empleo de una palabra honesta, sencilla y acertada, de una mirada incardinada en el terreno de la duda (“pero he intentado siempre reflejar / en las páginas mis propios conflictos, / sin buscar amparo fuera de mí.”) y de la capacidad de esta para oscilar entre el exterior y el interior y conseguir, así, universalizar la experiencia poetizada, logrando que el lector identifique sus propios muertos con el padre. 

De este modo, el poeta escudriña el mundo que lo rodea, con sus contradicciones y su belleza, con sus injusticias y sus prodigios, para buscar la trascendencia a partir de lo cotidiano y, en apariencia, trivial: “Se balancea inquieto de adelante hacia atrás, / como un remero, con la mascarilla / de oxígeno encajada en su anguloso / rostro que antes fue más redondeado / -aunque nunca tuviera las mejillas rollizas-/ buscando una postura que le permita / respirar mejor. Cuando al fin se tranquiliza”.

Trascendida la anécdota, Alcorta plantea un proceso de indagación introspectiva por medio de la escritura, con lo que vida y poesía se unen de manera indisoluble: “Quiero ser –pensaba– no parecer, por eso he buscado sentido / a la vida a través de las palabras”. Estas palabras encierran su eficiencia lírica en su desnudez y en su franqueza: “quiero hablar claro, sin las tretas de la literatura; / sin palabras, solo con el silencio”. Este es el único camino para hablar de sí mismo sin imposturas, sin máscaras (“Para mí, basta ya de hipocresía / fue un estorbo al que terminé / habituándome”) y convertir la poesía en una tabla de salvación que le permita enfrentarse a la adversidad y soportar “la sordidez de una vida mediocre y rutinaria”.

Pero esta palabra siempre ha de estar abierta al otro (“¿Puede la poesía defender / la neutralidad y mostrarse indiferente / ante las catástrofes cotidianas?”), con lo que su discurso se llena de una profunda humanidad que estremece en la medida en que aflora de la manera más natural posible en los momentos más terribles y duros: “Tú buscas en nosotros un cielo que no existe. / Yo busco en ti, madre, para enfrentarme / a lo desconocido, el calor de tu mano, / esos hospitalarios abrazos que disipan / temores, como cuando era un niño, / y me reconcilian con el mundo”. 

Esta es la argamasa con la que se ha edificado Aflicción y equilibrio, un libro desprovisto de adornos vacuos, cuya intensidad radica en la parquedad, en la sencillez, en la precisión de un vocabulario encendido y reflexivo, vibrante y sosegado, con el que traza un discurso elegíaco que, al mismo tiempo, es un canto a la vida (“Entonces ignoraba que pasar / de puntillas por la realidad / era una forma de estar muerto” o “El temor a la muerte da sentido a la vida”) y una invitación a disfrutarla en plenitud, como queda condensado en los dos versos con los cuales cierra el poema final, que da título al volumen: “Hacer vida es aprender a morir. / Pasada la aflicción, empieza el equilibrio”.

Autor: Carlos Alcorta
Título: Aflicción y equilibrio 
Editorial: Calambur
Año: 2020



(Publicado en Cuadernos del Sur, 3 de octubre de 2020, p. 6)



sábado, 10 de octubre de 2020

La experimentación de Thomas Wolfe

LA EXPERIMENTACIÓN CONSTANTE DE THOMAS WOLFE, UN CUENTISTA INABARCABLE


Una breve pero brillante trayectoria

A pesar de su breve existencia -murió 18 días antes de cumplir los 38 años-, Thomas Clayton Wolfe, nacido en Asheville (Carolina del Norte) en 1900, es uno de los grandes tesoros de la literatura norteamericana contemporánea con tan solo cuatro novelas y cincuenta y ocho cuentos, a los que habría que sumar un puñado de poemas y obras dramáticas.

Tras estudiar dramaturgia en la Universidad de Harvard, en 1923 se instaló en Nueva York, donde durante siete años dio clases en la Universidad de Nueva York –interrumpidos por un viaje nutricio a Europa en 1926-.

En 1929 publicó su primera novela El ángel que nos mira, con gran repercusión en su país y en Reino Unido. Luego, fueron apareciendo múltiples relatos -tres de manera exenta y otros en revistas, catorce de ellos recogidos en From death to morning- y el metaliterario Historia de una novela (1936). En 1938 vio la luz su segunda novela, Del tiempo y el río, que lo consagró como uno de los novelistas más importantes de EEUU. 

En julio enfermó de neumonía y le detectaron tuberculosis, que le afectó al cerebro, muriendo en Baltimore (Maryland). Póstumamente, se editaron las novelas The web and the rock (1939) y You can't go home again (1940), además de una colección de cuentos, varios publicados en vida, titulada The hills beyond (1941).

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Aunque El editor de libros (Genius) haya llevado a la gran pantalla su amistad con el editor Maxwell Perkins y la importancia de este en la poda de Del tiempo y el río, Thomas Wolfe sigue siendo un desconocido para un amplio sector de lectores –más aún en España, donde solo teníamos editadas sus dos primeras novelas y quince relatos-, siendo considerado un autor de culto por su compleja personalidad y por su relación con el alcohol; por su muerte prematura; por su afán inconformista que lo lleva a construir una obra muy personal e inclasificable, con un estilo exuberante que contrastaba con la prosa concisa de la mayoría de sus contemporáneos, y por la capacidad de asumir más riesgos narrativos que los demás. No en vano, Faulkner lo  consideró el escritor más brillante de su generación, por encima de él mismo, de “Dos Passos, Caldwell y Hemingway”, definiéndolo como “el fracaso más espléndido”, “no por lo que ha conseguido, sino porque fue el que se atrevió a llegar más lejos" al aprovechar “toda la experiencia que era capaz de observar e imaginar y ponerla en un libro, en la cabeza de un alfiler.”

Este narrador incomparable e inclasificable se muestra de cuerpo entero en sus relatos. La editorial Páginas de Espuma publica un volumen con sus 58 cuentos, de los que 43 aparecen por primera vez en español, entre ellos las cinco “nouvelles” o novelas cortas publicadas por Periférica (El niño perdido, Una puerta que nunca encontré, Especulación, Hermana muerte y El viejo Rivers), que en el presente volumen reciben los títulos de: “La muerte, ese hermano orgulloso”, “No hay puerta”, “Boom Town, la ciudad del boom inmobiliario”, “El muchacho perdido” y “El viejo Rivers”. 

La cuidada edición de Cuentos, cuya traducción corre a cargo de Amelia Pérez de Villar, sigue la edición estadounidense de Francis E. Skipp, The Complete Short Stories (Simon and Schuster, 1987), en la cual se organizan todos las narraciones en orden cronológico, desde “Un ángel en el porche” (1929) hasta “La carta española” (1987). Aunque se publiquen en un amplio arco temporal, su escritura se concentra en apenas 10 años. Algunos de estos relatos fueron fragmentos eliminados de sus novelas con la intención de aligerarlas y se publicaron de modo exento o en revistas entre 1929 y 1938, siendo recopilados catorce de ellos en From death to morning (1935); otros, en cambio, vieron la luz de manera póstuma en diferentes recopilaciones hasta llegar a la citada edición de Skipp.

En palabras de la traductora “sus cuentos reunidos constituyen un corpus titánico que contiene un universo titánico. Inabarcable (palabra que él utiliza tantas veces), infinito, puro, virgen, salvaje y extraordinariamente personal.” 

La vida y la obra del narrador nacido en Asheville están hechas de la misma materia y ambas se funden en estas narraciones breves. En ellas, el autor pone el foco de atención no solo en las coordenadas espacio-temporales en que vivió (refleja la cultura y las costumbres de la sociedad americana del primer tercio del siglo XX), sino también en su propia vida, escribiendo en todo momento desde sí mismo y desde la inmediatez de lo que lo rodea, de donde toma múltiples argumentos, consiguiendo un estilo peculiar, precursor del género de autoficción tan en boga hoy. 

Según Pérez de Villar, el hilo conductor de la colección es “esa América que es casi un personaje mitológico, madre acogedora y padre cruel, origen y progreso, cuna y tumba”, que aparece tratada desde múltiples prismas, con una estructura narrativa imbricada en la tradición literaria de su país: sus orígenes primigenios y la entrada en la modernidad, las primeras colonias y la llegada al Pacífico, las grandes urbes y la América profunda, los puertos de la costa este y el ferrocarril como espina dorsal de una vasta geografía, la ciudad y la naturaleza agreste e inconmensurable, la convivencia entre blancos y negros y el racismo, la identidad americana y su búsqueda, la guerra civil y la primera guerra mundial, el crack del 29 y el ascenso del nazismo, el mundo literario y las obsesiones del escritor, las injusticias sociales y las contradicciones de la sociedad norteamericana, la soledad y el desamor, el rechazo a lo diferente y la hipocresía del puritanismo, el mundo del hampa y la alta sociedad,  las aspiraciones y las contradicciones de la clase media… 

De modo paralelo a este fresco de la América de su época, destaca el intento de Wolfe de fundar un lenguaje inédito que sirva para narrar la historia de un país nuevo y para describirlo en toda su vastedad y en toda su complejidad. Así, son muy interesantes las construcciones lingüísticas empleadas por los personajes, cargadas de lirismo e intensidad, con las que pretende reflejar el imaginario del momento que le tocó vivir. 

Esta continua insatisfacción lo lleva a una experimentación constante con estilos y técnicas narrativas, que encuentra en el cuento el ámbito privilegiado para jugar con la perspectiva, con la voz narrativa, con la importancia axial de las descripciones, con los ritmos narrativos, con la elipsis de sucesos y acciones prescindibles, con los tiempos narrativos, con los giros narrativos bruscos, con las jugosas digresiones… dando como resultado un estilo muy personal, inclasificable, de gran intensidad y belleza, que ha influido decisivamente en narradores posteriores como Sinclair Lewis, Jack Kerouac, Ray Bradbury o Phillip Roth y que muestra una vigencia y actualidad asombrosas para el lector actual.


Autor: Thomas Wolfe
Título: Cuentos
Editorial:Páginas de espuma
Año: 2020



(Publicado en Cuadernos del Sur, 3 de octubre de 2020, p. 5)