A la espera de que Cuadernos del Sur regrese tras las vacaciones, voy a ir recuperando las reseñas publicadas en el suplemento a lo largo del curso pasado y que, por diversos motivos, no recogí en el blog.
“Hay palabras que, a fuerza de ser repetidas, y muchas veces mal empleadas, terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad”, decía Julio Cortázar. En las últimas décadas se está produciendo una aceleración de este inevitable proceso de erosión de los vocablos; no obstante, más allá del desgaste al que están sometidos por el uso inadecuado,existe todo un entramado sistémico y de sinergias que, actuando de modo similar a la materia oscura en la configuración y expansión del universo, conduce, a través de la manipulación, la devaluación de los significados, el empobrecimiento del léxico o la banalización, a una higienización del lenguaje con la cual se intenta moldear ciudadanos acríticos y conformistas, que articulen su vida en torno a un fraudulento concepto de felicidad que los obligará a trabajar de lunes a viernes, en condiciones cada vez más precarias, para pagar la hipoteca, la luz, la gasolina o unos alimentos de primera necesidad cuyos precios están creciendo por mera especulación, contribuyendo a que la maquinaria del sistema no se detenga.
Como contrapartida se les acotará el mundo, previo borrado de aristas, haciéndolo menos inhóspito, al tiempo que pequeñas fracturas se convertirán en fallas con las que inducir la dosis de miedo y de fanatismo necesaria para impedir el razonamiento. Paralelamente, se eliminará cualquier atisbo de conciencia de clase y se sacralizará el ocio con la intención de que, como autómatas, repitan unos hábitos estandarizados de entretenimiento tanto fuera como dentro de casa.
En este sentido, asustan las horas pasadas delante de pantallas, ya sea para ver series de moda, jugar a videojuegos o, simplemente, deslizar de modo inconsciente los dedos por la superficie del móvil o de la tableta. Estas herramientas digitales anulan la capacidad de pensar mediante la continua sobreexposición a la velocidad y al vértigo, al tiempo que crean una realidad artificial y simplificada, pues ofrecen solo aquella parte que quieren que veamos, robándonos la libertad de imaginar y de pensar por nosotros mismos, de movernos por las fronteras y de buscar el horizonte, de existir en los márgenes y de tantear las grietas.
Por eso, Guillermo Busutil (Granada, 1961) apuesta en Papiroflexia, editado con mimo por la editorial Fórcola, por recuperar la pausa, el silencio y la lectura, como formas de activar el pensamiento y de rebelarse, pues una sociedad que no lee desconoce las palabras y pierde el sentido crítico, la imaginación y, en última instancia, la libertad.
Semejante reivindicación se hace a modo de una personal invitación a la lectura desde el amor a los libros y desde el placer de leer -que solo se puede alcanzar desde la disciplina convertida en costumbre-. No en vano, el escritor afincado en Málaga se define continuamente como lector y se muestra como un ferviente defensor de los libros, de los escritores y de las librerías, que son el magma que nutre estos 751 aforismos, articulados en cinco secciones que forman una personal conjugación verbal de la cual se eliminan los tiempos de pasado, pues la lectura y los libros son presente y, por supuesto, futuro: “Presente de indicativo”, “Presente de imperativo”, “Presente de subjuntivo”, “Futuro perfecto” y “Futuro”.
Solo desde este enfoque vivencial -en el cual es andamiaje del ser y equipaje de mano-, la lectura puede concebirse como un acto de amor íntimo, pero también de conciencia y de resistencia, que nos permite vislumbrar las fisuras para denunciarlas y avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria.
La intensa personalidad, la amplia cultura y la sutil inteligencia del premio Nacional de Periodismo Cultural 2021 se unen, en un ejercicio de papiroflexia, para crear, plegando las lindes de la poesía y del pensamiento, sin necesidad de tijeras ni de pegamento, unas caracolas o grullas mínimas, capaces de sugerir distintos significados a cada lector en virtud de su concisión y de la belleza de un lenguaje profundamente poético, que desborda los límites del pensamiento.
En este sentido, Nuria Barrios, quien firma un breve pero maravilloso prólogo titulado “Pajaritas de papel”, afirma que “Guillermo Busutil escribe como si cada línea fuese un surco y cada frase una semilla”. El fruto es un libro homogéneo, cuyas audaces y breves reflexiones están escritas con rigor y exigencia para encontrar el punto exacto entre belleza y parquedad, entre concisión y sugerencia, entre constancia y placer, entre lirismo y reflexión, entre emoción y pensamiento.
Autor: Guillermo Busutil
Título: Papiroflexia
Editorial: Fórcola
Año: 2022
(Publicado en Cuadernos del Sur, en Diario Córdoba, 8 de octubre de 2022, p. 9)