En 2008 Las ventanas de invierno consiguieron el Premio de Poesía Caceres Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, el libro, que tenía que haber aparecido en 2009 en la editorial Visor, acabó viendo la luz en 2013 en La Oficina Ediciones.
Se trata de un libro enraizado en la naturaleza de Los Pedroches y en compleja problemática de una tierra envejecida que se despuebla lentamente, con el que quería hacer un homenaje a nuestros mayores, fuente de sabiduría, de dignidad y de lucha.
Tres palabras que deberíamos recordar todos en los gravísimos momentos que estamos viviendo, porque hay noticias que le parten a uno el alma. Afortunadamente son protagonizadas por una minoría sobre la cual debería caer todo el peso de la justicia.
Pero prefiero quedarme con la lección de compromiso, generosidad y entrega que otras muchas personas anónimas están dando. De ellas me gustaría citar al poeta y jefe de la UCI del complejo hospitalario de Cáceres, Basilio Sánchez, uno de los dos poetas que más admiro, que, regalos que te da la vida, formó parte del jurado que decidió premiar este libro.
Os dejo el poema que lo abre.
UN HOMBRE MIRA LA LLUVIA
Un hombre mira la lluvia que cae.
La lluvia es del tamaño
del hombre
que refugia su silencio
en ella.
Cae despacio sobre él mismo.
Él es de lluvia.
Su sombra es de la misma materia que la sombra
del agua.
Sus palabras, construidas del metal de los campos
y las ausencias,
menguan
como su silueta.
Sus ojos son azules,
como la luz
que cristaliza en cada gota,
y miran, con la ayuda de los tuyos,
todo lo que no es él,
todo lo que no es lluvia,
con la sonrisa inquieta
de quien descumple días.
Se abre
entre tus manos
como el mapa del agua.