jueves, 30 de diciembre de 2021

Mirada celebrativa: 'Un tigre se aleja', de Rubén Martín Díaz


Cinco años después de Fracturas y del volumen de relatos Azul nocturno, Rubén Martín Díaz (Albacete, 1980) publica Un tigre se aleja en la editorial sevillana Renacimiento. El simbólico título incardina el discurso poético en las coordenadas vitales del escritor: cruzada la frontera de los cuarenta, esa frágil linde en la cual la juventud parece quedar atrás, y habiendo sido padre, mira el camino recorrido para hacer balance de lo vivido, sin nostalgia, en una celebrativa afirmación del presente: “Desnudo ante el espejo, pienso: No eres ya un crío. / No lo eres. Y a pesar de ello podrías / hacer girar la Tierra devastándolo todo”.

Los treinta y tres poemas que componen el sexto libro de poesía del albaceteño se organizan en cinco partes, entre las que hay una serie de vasos liberianos y leñosos por los que discurre la savia de un árbol “que medita entre las sombras, / ausente en su raíz / de cuanto desconoce, / no intuye más certeza / que el silencio del bosque / ni más posteridad que un nuevo golpe / de viento”. La conciencia del paso del tiempo y, en relación con ello, la identidad actúan como ejes de ordenadas y abscisas de un conjunto bien trabado, en el que el tono elegíaco ha sido sustituido por otro hímnico y celebrativo de la existencia, en el que late una evidente gratitud por lo vivido, de lo que forman parte tanto la dicha, las huellas y la plenitud, como las dudas, las heridas y el dolor.

Las dos secciones iniciales entroncan directamente con los tres primeros libros del autor -Contemplación (2009), El minuto interior (2010, Premio Adonáis y Premio Ojo Crítico de RNE) y El mirador de piedra (2012, Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola)-, quien apuesta por un poesía que indaga en la grieta de la cual brota el misterio, un fértil territorio en el que adquiere una importancia axial la naturaleza, para, a partir de la contemplación de los pequeños detalles cotidianos, conseguir una suerte de trascendencia. 

Así, en los cinco poemas de “Hombre asomado en el espejo”, entre los destacan el programático “Cosmología”, “Luz de otoño” o “Invisibles”, se presenta la pequeñez de quien mira hacia afuera para, en una singular proyección, conocerse a sí mismo y asombrarse ante el misterio de la existencia, que lo desborda y lo sobrecoge. La única actitud posible ante ello es la de impregnarse del enigma, ser parte de él, sin malgastar palabras (“escucho atento y miro sin decir / palabra”). 

En las ocho teselas de “La imperfección del todo”, este yo meditativo sigue centrando su atención en el alrededor para celebrar la belleza de su imperfección (“La espina” o “Imperfección”) e intuir la incertidumbre y la transitoriedad de su esencia, presente ya en algunos versos de Fracturas (“Árbol ausente”, “A contraluz” o “Extraña sencillez”). 

Este mundo exterior, que es mirado por el yo, proyecta, a su vez, la mirada del yo hacia adentro de sí mismo en los nueve fragmentos de “Un pedazo de vida irrepetible”, con lo que el tono se vuelve más intimista. Aparecen, así, temas como la paternidad (“Hijo” y “Entre mis brazos”), la memoria tejida junto a los seres queridos (“Arte de cetrería” o “Las ruinas”), el deporte (“Un encuentro”) y la poesía como instrumento para acceder a lo indecible y sondear el misterio de la existencia (“Certeza”, “Eso que no se nombra” o “Tiempo de quimeras”). 

Semejante labor de introspección continúa en las seis catas en la juventud del sujeto poético ofrecidas en “Los tiempos sin nombre”, donde este evoca, sin melancolía, algunas vivencias sobre las que se ha cimentado el hombre actual (“Salvajes”, “Sala Alcatraz” o “Lámpara de lava”).

La labor de evocación y de celebración de lo vivido se convierte, pues, en un intento de construir la identidad de un hombre, desdoblado y en soledad, que sondea los abismos de su ser en las cinco piezas de “Ese animal salvaje” (“Lo que eres”, “Paisaje con ausencias”, “Noche de lluvia” o “El tigre”) .

Toda esta arquitectura temática es trabajada con un estilo sobrio, elegante y cuidado, en el que, además de la propia selección léxica, destaca la sintaxis limpia, el pulcro ritmo del verso blanco, la brillante selección de las imágenes y el inteligente empleo de recursos tan arriesgados como el hipérbaton, la sinestesia o la hipérbole, que no restan naturalidad a un libro honesto, de una gran homogeneidad y coherencia.



Autor: Rubén  Martín Díaz 
Título: Un tigre se aleja 
Editorial: Renacimiento 
Año: 2021


(Publicado en Cuadernos del Sur, en Diario Córdoba,  11 de diciembre de 2021, p. 10)

domingo, 19 de diciembre de 2021

Monográfico de 'Ánfora Nova' homenaje a Pablo García Baena



 
Tengo el honor de participar en el monográfico que la revista Ánfora Nova, que dirige José María Molina Caballero, ha dedicado a la figura y a la obra de Pablo García Baena, con un artículo titulado "Entre la celebración del amor como forma de disidencia y el arrepentimiento: de Rumor oculto Óleo".







 

martes, 14 de diciembre de 2021

'Cuerpos de Cristo': la mirada ética de Praena


La muerte de su mejor amigo, Francisco José Pujante Pellicer, con tan solo 48 años, en los meses más duros e inciertos de esta brutal pandemia que aún hoy sufrimos, precipitó la escritura de Cuerpos de Cristo, el sexto libro de Antonio Praena (Purullena, Granada, 1973), tras Humo verde (2003), Poemas para mi hermana (2007, accésit del Premio Adonáis), Actos de amor (2011, Premio Nacional José Hierro), Yo he querido ser grúa muchas veces (2013, Premio Tiflos) y el controvertido Historia de un alma (2017, Premio Jaime Gil de Biedma, Premio Andalucía de la Crítica y Premio de la Crítica Valenciana). Este nuevo título le ha valido el XIX Premio Emilio Alarcos y aparece, al igual que los dos anteriores, en la editorial madrileña Visor. 

Pese a las dolorosas circunstancias vitales que motivan su escritura, en Cuerpos de Cristo no hay un sentimiento elegíaco, sino que late en él la celebración de la amistad y la gratitud por la resurrección. La muerte del amigo lleva al poeta a reflexionar, más que sobre la muerte o la ausencia, sobre la quintaesencia de la vida y la otredad. La necesidad de buscar consuelo y de hallar un sentido a la existencia, que es compartida con la intención de que el dolor propio se convierta en tabla de salvación para los demás, es la columna vertebral de los trece poemas de “Ecce homo”, la segunda sección, que actúa de catalizador del libro todo y precipita la revisión y ajuste de los trece poemas de la primera parte, “Vosotros”, aparecidos en su mayoría en diferentes publicaciones periódicas o libros colectivos.

Por tanto, más allá del diálogo íntimo con el amigo fallecido, se trata de un libro abierto al otro, como reza en la contracubierta: “El estilo de Cuerpos de Cristo consiste en un modo de escucharos, hablaros y ser vuestro. Abrazos en la libertad del lenguaje, que es el misterio”. La poesía se convierte, así pues, en un compromiso con el resto de la humanidad. Este sentido de apertura y de entrega hace que cada poema, aparezca de manera explícita o no, esté dedicado a una persona, siendo todos estos destinatarios los auténticos “cuerpos de Cristo”, desde la viuda que, a veces, acude a Cáritas en busca de comida y que le regala una pastilla de jabón (“Mujer con pastilla de jabón”) hasta la madre del amigo muerto, para la que el poeta es casi como un hijo (“Ecce mulier”). Entre dicho atrio y ábside hay homenajes a los 43 estudiantes de la escuela de maestros desaparecidos en Ayotzinapa, a Santa Teresa (“Al corazón transverberado de Santa Teresa”), a San Juan de la Cruz (“Como tú”), a García Lorca, a Zhang Yimou (“Amor bajo el espino blanco”) o a Pablo García Baena.

Esta mirada ética de Praena transita las lindes del misterio, para lo que utiliza una palabra humilde y unos símbolos austeros que resuenan en su parquedad. Así, conviven sin estridencias Amy Winehouse y Santa Teresa de Jesús, Dolores O’Riordan y San Juan de la Cruz, los gimnasios y los conventos, el lavatorio de pies y el hombre que orina sobre un valle, las dudas y la fe, el dolor y la gratitud, la incertidumbre y la confianza. Además de los citados, esta nueva entrega del poeta dominico alberga poemas memorables como “Cartas de amigos”, “Las cinco llagas”, “Teodramática” o “Tú contra mí”. 


Autor: Antonio Praena 
Título: Cuerpos de Cristo 
Editorial: Visor
Año: 2021


(Publicado en Cuadernos del Sur, en Diario Córdoba,  11 de diciembre de 2021, p. 10)


viernes, 10 de diciembre de 2021

Exposición 75 años de Adonáis

 

Para conmemorar los 75 años de vida del premio Adonáis, creado en 1943, se ha preparado una exposición bibliogŕáfica con todos los ganadores y accesits, comisariada por Carmelo Guillén  Acosta, que puede ser visitada hasta el próximo 17 de diciembre en la Biblioteca Nacional de Madrid.

Quince años después, he vuelto a sentir un vértigo similar a aquel 18 de diciembre, cuando recibí una llamada de teléfono mientras preparaba unos espaguetis (el trabajo me impidió acudir a la ceremonia del fallo) y unas horas después vi mi nombre en la web de Rialp, junto al de tantos maestros y voces esenciales de la poesía del XX.

El honor de estar en esa nómina de ganadores y accesits se veía multiplicado por el hecho de que el libro gustase a un jurado compuesto por Diego Jesús Jiménez, Antonio Colinas, Joaquín Benito de Lucas, Julio Martínez Mesanza y Carmelo Guillén Acosta. 

Pero, además de ese vértigo, el premio deja una suerte de fraternidad con muchos de los premiados, cuyas apuestas estéticas respeto y admiro.  Junto a amigos previos como José Luis Rey, Joaquín Pérez Azaústre, Rafael Antúnez o Rogelio Guedea, conviven amigos como Raquel Lanseros, Javier Vela y, muy especialmente, mi querido Antonio Praena, al que me unió aquel accésit compartido, y poetas a los que aún no conozco en persona pero que siento muy cerca, como José Gutiérrez Román, María Higueruelo, Diego Medina Poveda y, sobre todo, Rubén Martín Díaz, con quien comparto múltiples hilos vitales y literarios. 



Solo tengo una palabra para definir lo que Adonáis ha supuesto en mi vida: gratitud.