viernes, 26 de febrero de 2021

La pérdida del padre: "Da dolor", de Pilar Adón


“Mi padre me llamaba Pilu. / Mi madre, ratona. / Aunque ellos no se acuerden”. Estos versos, que cierran el poema inicial de Da dolor, el último poemario de la escritora madrileña Pilar Adón, marcan el tono y la perspectiva de todo el volumen.

La palabra autobiográfica y directa y el verso desnudo y sangrante pretenden “preservar lo vivido del tiempo que todo lo borra”. Así, los veintisiete poemas que zarandean al lector con contundencia están construidos a partir de la inestabilidad de lo que se creía firme, de la memoria y del dolor por la pérdida del padre. Los cuidados y la incertidumbre presentes se funden con la memoria, con la infancia y con la familia, pues la vida es concebida como una sucesión de generaciones, dejando versos tan desgarrados y contundentes como “mi padre es más hijo que yo”.

Solo desde este dolor extremo se explica el simbolismo de una naturaleza agreste y salvaje que sirve, al mismo tiempo, para reconciliar a la mujer con la aspereza de un mundo injusto, en el que hay que seguir reivindicando un ámbito de encuentro igualitario, cuestionando los roles de género heredados. 

Pero, por encima de la reivindicación de una mujer que se convierte en la voz de todas las demás mujeres, se impone la certeza de que tras la pérdida todo es vacío y desolación. Para reflejar tal desgarro, Adón acude a la palabra abisal, que ilumina las regiones en sombra de nuestro interior, ofreciendo un libro escrito desde las entrañas de un yo irrenunciablemente femenino, con sus contradicciones y sus miedos, con sus grietas y sus abismos, con sus fortalezas y sus fragilidades.


Autora: Pilar Adón
Título: Da dolor
Editorial: La Bella Varsovia
Año: 2020  


(Publicado en Cuadernos del Sur, 30 de enero de 2021, p. 10)

sábado, 13 de febrero de 2021

Redefinir la identidad


La editorial Cántico, dentro de su colección Palabra de mujer, publica Cómo decir deseo, el segundo poemario de Salvadora Drôme (Montélimar, 1963), tras Poesía sociable (Fundación María del Villar, 1997), por el que obtuvo el Premio de Poesía María del Villar. A ellos habría que añadir las novelas El rumor (Editorial Germanía, 2001) y Marcel (Puntoreklamo, 2008), y la obra de teatro Por fin Antígona, con la que consiguió el Premio de Creación de la Diputación de Córdoba.

Se trata de un libro que aborda y cuestiona el concepto de identidad, tal como lo ha definido el patriarcado, resemantizándolo desde el prisma de un amor -y, por consiguiente, del deseo y de la sexualidad- que es concebido como vía de autoconocimiento.

El conjunto se estructura en dos partes desiguales que corresponden a dos momentos vitales y a dos impulsos creativos distintos -”Cómo decir deseo” y “La confusión de los géneros”-, además de un prólogo y de un interludio en el que la propia poeta intenta justificar la estructura y cómo la primera sección nace a partir de la segunda.

Los doce poemas iniciales, titulados lacónicamente con números romanos, son los más conseguidos. En ellos la palabra se adelgaza y se hace más directa y cercana, las imágenes se vuelven más sensuales y sugerentes y el verso amplía horizontes, buscando la cadencia de una conversación a media voz, fundiendo con acierto un inevitable tono autobiográfico y un culturalismo posmoderno con cimientos grecolatinos y franceses. 

El libro, pues, es un canto de celebración de la vida; de la felicidad; de un amor que, desde lo prohibido y la semiclandestinidad, logra hacerse visible; y de la plenitud en otro cuerpo irrenunciablemente femenino.


Autora: Salvadora Drôme
Título: Cómo decir deseo
Editorial: Cántico 
Año: 2020



(Publicado en Cuadernos del Sur, 30 de enero de 2021, p. 10)



miércoles, 10 de febrero de 2021

El intimismo comprometido de Manuel Rico



Manuel Rico (Madrid, 1952) es autor de seis libros de poesía: Poco importa romper con las alondras (1980), El vuelo liberado (1986), Papeles incendiados (1991), El muro transparente (1992), Quebrada luz (1997), La densidad de los espejos (1991), Donde nunca hubo ángeles (2003), Las viejas estaciones invernales (2006), Fugitiva ciudad (2012) y Los días extraños  (2015). De su poesía han aparecido las antologías Monólogo del entreacto, 100 poemas (2007), Versiones del invierno (2007) y Lugares propicios (2015).

Asimismo, ha publicado once novelas, entre las cuales destacan El lento adiós de los tranvías (1992), Una mirada oblicua (1995), Los días de Eisenhower (2002), Trenes en la niebla (2005) y Un extraño viajero (2016); varios ensayos; múltiples ediciones críticas, y numerosos artículos. Ejerce la crítica literaria en Babelia desde 1997 y dirige la colección de poesía Bartleby Editores desde 1999. Desde 2015 preside la Asociación Colegial de Escritores (ACE).

Comprometido con la justicia social, militó en el Partido Comunista y fue diputado en la primera legislatura de la Asamblea de Madrid, incorporándose al PSOE en 1995.


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En la “Poética” escrita para la Antología de la poesía española publicada por Gerardo Diego en 1931, Antonio Machado definió la poesía como “la palabra esencial en el tiempo”. Más allá de la aparente obviedad, la expresión machadiana encierra un enigma difícil de sondear. Consciente de ello, el poeta sevillano, de la mano de Juan de Mairena, la perfila al sentenciar que “la poesía es el diálogo del hombre, de un hombre con su tiempo”. La materia a partir de la que el poeta crea es, por tanto, su propia interioridad y las coordenadas espacio-temporales en las que tiene lugar su existencia y de las que no puede abstraerse; por tanto, todo escritor ha de tener conciencia del tiempo histórico que le ha tocado vivir y ha de establecer una compleja relación dialógica con él.  

El poeta, narrador y crítico literario Manuel Rico bien lo sabe y, de hecho, su poesía nace de la mirada crítica hacia la realidad, en un ejercicio continuo de observación y de indagación en los principios que determinan la relación del yo con el entorno. No obstante, prefiere matizar y no referirse a la poesía de manera abstracta, sino a su concreción, el poema, un artefacto construido con el lenguaje que debe dejar constancia del tiempo histórico del poeta, pero que, al mismo tiempo, dinamita los límites espacio-temporales para adquirir nuevos significados y producir una honda emoción en el lector o, en palabras del autor, intenta “atrapar el tiempo, reelaborarlo mediante la palabra, y entregárselo a los lectores para que a su vez lo gocen y lo reinterpreten de acuerdo con su propia experiencia”.

El tiempo se convierte, de este modo, en el eje central de toda la poesía de  Rico, como él mismo declara con el título de su más reciente antología Tiempo salvado del tiempo (Antología 1980-2018), editada con mimo por la editorial madrileña El sastre de Apollinaire dentro de su colección Poesía. En ella se compendian casi cuarenta años de creación destilados en cincuenta y cuatro poemas pertenecientes a los diez libros publicados más dos de otro aún inédito. El volumen se completa con un interesantísimo prólogo de la filóloga y escritora Fanny Rubio, que lleva por título “Confidencia en la casa de la memoria de Manuel Rico”, y con un acertado epílogo del propio autor: “El sentido del poema”.

Este epílogo, convenientemente situado para no dificultar la lectura, es una legítima declaración de intenciones que puede servir de cuaderno de bitácora al lector curioso para revisitar la obra del escritor madrileño. En él Rico afirma que el tiempo es un constucto que el hombre percibe a través de los “objetos, de lugares, de sueños, de deseos, de frustraciones, de incertidumbres, de sentimientos, de estados de conciencia” y, por tanto, “solo existe cuando la palabra, sobre el papel en blanco, nos lo hace visible”.

Como en cualquier selección, el poeta elige aquellos textos en los que se reconoce con mayor claridad. No en vano, de su primer libro, Poco importa romper con la alondras (Madrid, Endymion, 1980), tan solo se incluye un poema y, según él mismo declara, se encuentra reescrito en su práctica totalidad. Ya en su segundo poemario, El vuelo liberado (Madrid, Endymion, 1986), percibido el agotamiento del culturalismo, reivindica la memoria íntima, que no puede entenderse sin una memoria colectiva, con lo que el poema deviene en testimonio de “experiencias vividas en los tiempos últimos de la dictadura”. Este mismo eje articula Papeles inciertos (San Sebastián, Kutxa, 1990; Premio Ciudad de Irún). En El muro transparente (Madrid, Libertarias, 1992), en cambio, gana “espacio la reflexión metapoética, la búsqueda, a través de la palabra, de un ‘estado de conciencia’ respecto a la realidad”. En Quebrada luz  (Ferrol, 1996; Premio Esquío), con el que se cierra una etapa inicial, profundiza en lo metapoético e insiste en los “vínculos con la memoria, con la capacidad de evocación de todo poema”. 

La madurez llega con La densidad de los espejos (Huelva, Diputación Provincial, 1997; Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez) y, sobre todo, con Donde nunca hubo ángeles (Madrid, Visor, 2003), en los cuales el autor incorpora la historia al texto poético, “filtrada por mi historia, metabolizada por mi experiencia y por mi memoria y sometida a una labor de rescate mediante el lenguaje”. Dicho libro inaugura un camino que transitará con acierto en De viejas estaciones invernales (2006) y, muy especialmente, en sus dos poemarios más destacados: Fugitiva ciudad (Madrid, Hiperión, 2012; Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández) y Los días extraños (Granada, Valparaíso, 2015). En palabras de Fanny Rubio, la poesía de Manuel Rico “aloja una memoria poética en su doble función presidida por un lenguaje narrativo que aporta realidad exterior, relativa a lugares y seres imborrables de su biografía, y realidad imaginaria, que remite a su tiempo personal y a su mundo de imágenes borrosas que le llegan del fondo del espejo de la infancia”.

El poeta, pues, utiliza un lenguaje eminentemente narrativo, en el que el lirismo contenido aflora a través de una eficaz adjetivación y de unas imágenes sencillas en su rotundidad y en su sugerencia. El empleo de un cuidado verso blanco se adapta al pretendido tono narrativo que, en los poemas más intensos, deviene en confesión a media voz y adopta un delicado y sutil tono elegíaco al evocar la infancia, la juventud, los familiares y amigos ya fallecidos. De este modo, consigue fundir la memoria y la experiencia personales con el testimonio de un espacio y de un tiempo concretos, ya sea la injusticia de la sociedad de la infancia y de la juventud del poeta o las inevitables grietas de hoy. Y lo hace sin fáciles edulcoraciones, escudriñando las diversas fisuras con una palabra precisa y exacta, libre de dogmatismos y de certezas miopes, íntegra y solidaria, capaz de construir puentes.


Autor: Manuel Rico
Título: Tiempo salvado del tiempo 
Editorial: El sastre de Apollinaire
Año: 2020



(Publicado en Cuadernos del Sur, 30 de enero de 2021, p. 5)



lunes, 8 de febrero de 2021

En "Versos en Al-Ándalus"



Agradezco a los amigos de Poesía "Versos en Al-Ándalus", en especial a José Luis Clavero, que me invitasen a leer algunos versos para su página de Facebook (la pandemia obligó a anular una lectura con ellos en mayo). Comparto con vosotros este vídeo que publicaron el pasado 30 de enero y en el que repaso cinco poemas de Vértices.


jueves, 4 de febrero de 2021

"A las estrellas lo inmeso", de Hugo Mujica: la inmensidad de lo frágil.


Cada libro de Hugo Mujica (Avellaneda, 1942) supone un acto de lúcida rebeldía contra los cimientos heridos del pensamiento dominante en nuestra caduca sociedad occidental. El prodigio de su discurso, que concibe la creación como un proceso de ahondamiento en unos mismos pilares éticos y estéticos, se produce en la fértil frontera entre la exactitud de una mirada contemplativa, que busca la inmensidad esencial de lo pequeño, y la desnudez concisa de una palabra en la que, de manera sutil, se aúnan pensamiento y emoción para celebrar la vida, en su belleza y en su fragilidad: “Todo es principio y fin/y no hay un todo;/hay este ya/que tiembla/su ahora y nunca otro/hay este abrazar la vida/mientras nos besa/la muerte”.

En este sentido, Vicente Gallego, quien firma una lúcida contraportada, mantiene que “Hugo vislumbra y canta el misterio de lo eternamente naciente”. No en vano, para el poeta no hay más realidad que lo que nos rodea, el alrededor, lo que florece aquí y ahora, por donde el yo merodea hasta saberse parte de él y  encontrar su canto en la desnudez y en el silencio: “De una misma/transparencia/la lluvia y el río sobre/el que cae:/desnudos de lo que somos/no hay nada que no/seamos”. Este canto deviene, pues, celebración del instante, de la vida: “Vi la vida latiendo/y brotaban flores;/la vi y no hubo saber:/hay el brotarse flores”.

Semejante concepción inmanentista le da a su poesía una dimensión sagrada, con lo que antes de entrar en el poema se revela necesario un acto de recogimiento que, por un lado, le permita al lector luchar contra las distracciones exteriores e interiores y, por otro, le ofrezca una suerte de integración en sí mismo. De ahí, la característica disposición tipográfica de sus versos en la parte inferior de la página, tras un vacío creador en el que se imbrican soledad, silencio, meditación, clausura y palabra, con lo que escritura y lectura devienen sendos actos transformadores tanto para el poeta como para un lector que no puede ni debe regresar idéntico después de adentrarse en la parquedad léxica y en la sobriedad y exactitud de unos versos caracterizados por una concisión expresiva extrema, que refuerza la emoción al tiempo que activa de manera efectiva el pensamiento, como en uno de los dos poemas de los que brota el título: “Basta una estrella/y la noche/se abisma cielo./En los más íntimo acampa/la inmensidad:/en lo sereno hace casa/lo absoluto.”

La publicación, pues, de A las estrellas lo inmenso es un don que, como lectores, debemos agradecer y que confirma al poeta argentino como una de las voces imprescindibles de la actual poesía en lengua española. 


Autor: Hugo Mujica
Título: A las estrellas lo inmenso 
Editorial: Visor
Año: 2020



(Publicado en Cuadernos del Sur, 16 de enero de 2021, p. 6)