Baúl mundo
lunes, 23 de diciembre de 2024
sábado, 23 de diciembre de 2023
miércoles, 8 de noviembre de 2023
Diálogos de amor y literatura. 'Al hilván que traza la luna', de María Jesús Fuentes
María Jesús Fuentes aborda la complejidad del amor en Al hilván que traza la luna (Hiperión, 2023), un libro que se mueve entre lo elegíaco y lo celebrativo. Para presentar las contradicciones y la pasión, los reproches y las confesiones, el deseo y la apatía, la poeta afincada en Ceuta recurre al mundo de la literatura y convierte en protagonistas tanto a diversos personajes como a autores que conforman su geografía sentimental y literaria. A pesar del tono más intimista que en anteriores entregas, Fuentes no olvida algunos de los temas que se han convertido en ejes vertebradores de su amplia y reconocida trayectoria literaria: la crítica de las injusticias y de las desigualdades sociales, la defensa de los más desfavorecidos, el papel de la mujer en la sociedad o la importancia de la educación como auténtico motor social.
Sin duda, lo más llamativo del volumen es su singular estructura: los 54 poemas constituyen 32 diálogos entre hombres y mujeres en los que, aunque se muestren puntos de vista diferentes, se construye un ámbito de encuentro entre un tú y un yo que conforman, con todas sus contradicciones, un nosotros poliédrico y fértil. En estos diálogos se intercalan los protagonistas del mundo de la literatura con voces anónimas, introducidas lacónicamente bajo el título “Él/Ella” o “Ella/Él”, que abordan algunas de las pequeñas situaciones cotidianas que definen la convivencia, asumiendo los interlocutores papeles asignados socialmente o puntos de vista limitados. Algunos de los diálogos más interesantes entre protagonistas del mundo de la literatura que, en ocasiones, son abordados desde la óptica que nos ha legado el cine, son: las palabras de Romeo ante el supuesto cadáver de Julieta y las de esta al abrir los ojos y apurar la pócima que ha acabado con la vida de su amado; la despedida de Margarita, protagonista de La dama de las camelias, de su amado; el reconocimiento de Ulises por parte de Penélope bajo el atuendo de mendigo; la oposición de dos mundos contrarios, mundo natural y civilización, entre Tarzán y Jane; la confesiones entre Catherine y Heathcliff, protagonistas de Cumbres borrascosas; los diferentes puntos de vista sobre el amor por parte de Dulcinea y de don Quijote; la confesión sentimental de Emily Dickinson en unas cartas dirigidas a “ella”; los reproches entre Oscar Wilde y su amado Alfred; o el cansancio compartido de Otelo y Desdémona.
lunes, 6 de noviembre de 2023
El desasimiento y la escuha. 'En un río todas las lluvia', de Hugo Mujica
Escribir un mismo libro a lo largo de toda una vida y no repetirse es un don al alcance solo de los más grandes. Hugo Mujica (Avellaneda, 1942) es uno de ellos. Toda su obra, más allá de girar en torno a unos núcleos temáticos recurrentes, se enraíza en una actitud contemplativa ante la vida y brota de una misma mirada reflexiva, perpleja y agradecida, capaz de intuir lo sagrado en lo mínimo, formando un todo profundamente coherente y unitario. En este sentido, el silencio deviene en una actitud necesaria para sondear los recovecos de la propia interioridad, fragmentaria e irregular, y los vasos comunicantes entre el yo y el alrededor.
En el caso de su poesía, además, los poemas adoptan una característica disposición gráfica en forma de escalera y se sitúan en la parte inferior de la página, tras un enorme vacío inicial que sirve como necesario umbral de recogimiento previo a la lectura, un ámbito donde afinar la mirada y el pensamiento. Así, el lector, después de esta pausa sanadora, se entrega a unos versos de gran perfección técnica, caracterizados por la brevedad, la sugerencia, la parquedad, la extrema desnudez de la palabra y la tensión del léxico como vía para volver a nombrar el mundo por vez primera, con la intención de provocar una profunda emoción en el lector a partir del ahondamiento en un pensamiento.
Al aunarse pensamiento y emoción para celebrar la vida, en su belleza y en su fragilidad, se produce el prodigio de esta sutil poesía metafísica, de indagación ontológica, en la que se funden lo vivencial y la reflexión con la intención de trascender la realidad inmediata para aproximarse a Dios. Aunque todo lo que fluye alrededor revela o susurra esa otra realidad divina, el poeta no olvida anclarse en este mundo y defiende la exigencia de entregarse a la vida sin reservas, sin máscaras y con devoción, sondeándola y aceptándola para llegar a lo que tiene de sacro, aquello por lo cual merece y debe ser vivida con plenitud.
Todo esto aparece en En un río todas las lluvias (Visor, 2022), una obra construida en torno a un doble simbolismo del agua: por un lado, el río que simboliza la vida, pero también el instante detenido de quien mira el agua que corre y se reconoce en su transparencia, con lo que se produce una celebración del aquí y del ahora; por otro, la lluvia que sana, que germina, que lava el mundo y que nos obliga a mirar hacia arriba, hacia la luz que intuimos, aunque no la comprendamos. Para ello, en esta nueva entrega Mujica tensiona hasta el límite la sintaxis, llegando a violentarla en ocasiones, en un agónico intento de expresar lo inefable mediante la simplicidad de las palabras y de las estructuras sintácticas y, por tanto, mediante su profundidad. De este modo, se produce una paradójica fusión entre hondura y apertura, entre ahondar el ser y abrirse hacia lo que nos supera que es, en última instancia, lo que da sentido a la existencia. No obstante, para que se produzca esta fértil paradoja son necesarios un radical proceso de desasimiento hasta quedarse en lo esencial y una actitud continua de escucha de lo mínimo.
Con esta nueva entrega, su decimocuarto libro de poesía y el quinto publicado en los últimos doce años -todos ellos en la editorial Visor: Y siempre después el viento (2011), Cuando todo calla (2013; Premio Casa de América), Barro desnudo (2016) y A las estrellas lo inmenso (2019)- el poeta bonaerense confirma que, cruzada la frontera de los 80, vive una etapa de plenitud literaria y que se ha convertido en una de las voces esenciales de la poesía en lengua española del siglo XXI.
miércoles, 1 de noviembre de 2023
Tres poemas en la revista neoyorkina 'Pratik'
viernes, 27 de octubre de 2023
La fragilidad humana. 'Frágiles humanos', de Ernesto Calabuig
Que la madrileña Tres hermanas se está convirtiendo en una de las editoriales de referencia del cuento de nuestro país parece indudable y que Ernesto Calabuig (Madrid, 1966) es uno de sus buques insignia es obvio, como atestigua el hecho de que haya publicado sus dos últimos libros en ella: La playa y el tiempo (2020) y Frágiles humanos (2021). Las quince historias que conforman este nuevo volumen continúan indagando en la memoria y en la conciencia del paso inexorable del tiempo y la consiguiente sensación de fragilidad por parte del ser humano, que se ha hecho más evidente durante la pandemia provocada por el covid-19.
Los recuerdos, las sensaciones, las emociones y el pensamiento son la espina dorsal de unos cuentos impecables, que muestran la madurez narrativa de un autor esencial, capaz de expresar toda una visión de la existencia con claridad y sencillez, y de conseguir, al mismo tiempo, una cercanía emocional con el lector. Y lo logra con la elegante naturalidad del léxico y de la sintaxis; con la milimétrica precisión y sobriedad de la palabra justa; con el primoroso y cuidado desarrollo de una acción en la que no hay grandes acontecimientos, y con el eficaz trazo, a base de pinceladas esenciales, de unos personajes que asisten perplejos al espectáculo de la vida en sus detalles mínimos, sabedores de que el tiempo se escapa inevitablemente y de que apenas hay certezas a las que aferrarse. Esta íntima grieta es la que los sitúa entre la melancolía y la plenitud, entre la pérdida y la gratitud por todo lo vivido, entre el fracaso y la confianza ante el camino por recorrer.
La variada extensión de las quince composiciones da una singular musicalidad al conjunto y demuestra la confianza del autor en su apuesta narrativa. Entre las treinta y nueve páginas de “La reaparición de Stefan” -un escritor salva de una novela inédita de juventud la historia de amor entre un músico alemán “new age” que da clases de piano en España y una joven estudiante universitaria- y las cinco palabras de “Frágil historia del mundo”, magistral cierre del volumen, destacan las historias de dos compañeros de clase a los que una repetición de curso y el deporte unió durante un tiempo (“De su veloz vuelo”); la de dos vecinos a los que el confinamiento separa (“Arnau”); el recuerdo de los viajes de la infancia en el viejo Mini Cooper rojo (“De los viejos estados de ánimo”), la evocación provocada por la etiqueta del descolorido bañador de un desconocido en la playa (“Saint Tropez"); el breve encuentro con Aute de un adolescente cuyos padres se acaban de separar (“Ingravidez”); la remembranza de la celebración de una boda el mismo día en el que Induráin ganaba el oro olímpico en Atlanta (“Aniversarios”); la salida de un matrimonio anciano en bicicleta por un parque del noroeste de Madrid un domingo por la mañana (“Los ciclistas de septiembre”); la salvífica y reincidente oración escrita en el muro de una iglesia (“Maravillas”) o la plenitud de un viejo librero berlinés que acude a un parque con una amiga para contemplar una espectacular luna (“Luna naranja”).
Con este libro, Ernesto Calabuig logra mantener -y, me atrevería a decir, superar- la altura e intensidad de La playa y el tiempo, confirmándose como uno de los cuentistas más importantes de hoy, por la elegancia de su prosa y por la sutil arquitectura de sus historias, que brotan de la mirada abierta al asombro de un narrador que evoca pequeños detalles cotidianos a partir de percepciones y sensaciones, en apariencia, intrascendentes, y con las que logra hilvanar, sin estridencias, emoción y pensamiento.
domingo, 22 de octubre de 2023
Arquitectura ósea. 'Hueso', de José García Obrero
Apenas un año después de Tocar arcilla al fondo (La Isla de Siltolá, 2021), José García Obrero (Santa Coloma de Gramanet, 1973) regresa a los anaqueles con Hueso, editado por Godall edicions dentro de su cuidada colección Alcaduz. Los cuarenta poemas en prosa que conforman esta nueva entrega suponen un ahondamiento en los presupuestos éticos y estéticos trazados en su anterior libro, con el cual entroncan tanto en el andamiaje levantado sobre las connotaciones del número cuarenta y sobre una estructura cuaternaria -aunque aparentemente se articule en tres secciones, la segunda se subdivide en otras dos- como en la construcción del poema a partir de una expresión simbólica e intimista, que brota de la mirada reflexiva y perpleja ante la realidad que lo rodea, aunque, en esta ocasión, se apueste por el cauce formal del poema en prosa, en apariencia más narrativo, que se pliega sobre las lindes de la narratividad para convertirse en vehículo de ahondamiento en su interioridad por parte del sujeto poético.
El tono del conjunto viene marcado por las citas iniciales de tres autores con poéticas muy diferentes, que atestiguan el lector heteróclito que asimila aquellos materiales que mejor se adaptan a su propósito: de Olvido García Valdés, la búsqueda de la esencia; de Antonio Colinas, lo telúrico y la sugerencia; de Gabriel Ferrater, la palabra austera y realista, no exenta de cierto hermetismo; y de los tres, un complejo simbolismo sustentado en unas imágenes brillantes que, en ocasiones, rozan lo onírico.
La primera parte, sin título, está compuesta por quince poemas construidos en torno a los símbolos del hueso y de la luz. Lo primigenio y lo natural, el misterio y el asombro, el enigma y la grieta se funden en unos versos que merodean alrededor de las preguntas que sostienen la propia existencia en un intento de definir su lugar en el mundo, la fractura de la cual emergemos, la médula que nos configura.
En el segundo bloque, “Sol”, la música se convierte en el eje vertebrador, como queda de manifiesto en el subtítulo de cada composición. Estas trece piezas se organizan, a su vez, en dos movimientos en los cuales, tras los correspondientes “preludios”, se disponen cinco danzas en idéntico orden, repitiéndose en el primero el “minueto”, con lo que se fractura cualquier posible simetría: “Sol mayor”, donde el poeta escucha el pentagrama de la naturaleza y contempla con perplejidad y mirada celebrativa sus misterios cotidianos, al tiempo que el silencio y el tono meditativo adensan el discurso, volviéndolo más hermético y conceptual; y “Sol menor”, en el que su mirada escudriña los tendederos de las calles y azoteas de una ciudad de provincias, y busca cobijo en los vestigios de naturaleza que sobreviven en ella.
La música es también el eje de los doce poemas de “Aire”, de marcado tono elegíaco, en los cuales el escritor afincado en Córdoba aborda la ausencia y cierto sentimiento de privación, que se entrelaza sutilmente con el de renuncia, como forma de alcanzar la plenitud y la serenidad necesarias para escudriñar lo que nos rodea con la mirada abierta al asombro.
Los poemas de García Obrero nacen, pues, de la observación de quien pasea con la intención de hilvanar percepciones, intuiciones y reflexiones en un poema en apariencia sencillo -aunque de una complejidad simbólica asombrosa-, que nace de lo perceptible y de lo cotidiano, pero que busca lo incomprensible, lo que nos desborda y permanece oculto, aquello de lo que tan solo se pueden intuir, y de manera fragmentaria, algunas esquirlas.
Para ello su mirada oscila de la realidad exterior a la interior, a través de un ejercicio intelectual exento de cualquier fuego de artificio y de cualquier fácil concesión. Sin embargo, en este vaivén solo puede captar las interrogantes sobre las que se construyen tanto la propia identidad como la relación del sujeto con el fragmento de mundo que le ha tocado habitar, y lo hace a través de unas poderosas imágenes, de la riqueza expresiva, de una personal musicalidad sustentada tanto en la selección léxica como en la sintaxis y de una palabra exacta y sugerente, sobre la que actúa como un orfebre, moldeándola, sabedor de sus fisuras y de sus aristas, pero también de su energía, de su resistencia y de su poder evocador, revelador y prodigioso.